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¿Aprendimos algo de la pandemia?

Cuando en diciembre de 2019 las autoridades sanitarias chinas reportaron casos atípicos de neumonía en Wuhan, China, nadie o pocos, muy pocos, imaginaron que esos primeros casos se extenderían en pocas semanas a todo el mundo y que impactarían a todo el planeta al poner en pausa todas las actividades humanas: laborales, educativas, de consumo, de entretenimiento y afectivas.

Así como esta nueva enfermedad se expandió con rapidez, la identificación de la misma ocurrió igualmente. “China notificó los primeros casos de neumonía en Wuhan el 21 de diciembre de 2019; la secuencia genética del virus se publicó al día siguiente y el 11 de enero la secuencia genética completa. El primer lote clínico de la primera vacuna candidata, la de Moderna, estuvo listo el 7 de febrero” (https://bit.ly/3AWSBtc). Y así se identificó al coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad COVID-19, tal como fue bautizada oficialmente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como una crisis sanitaria de interés global el 30 de enero de 2020. Uno a uno, los distintos países por donde se iban reportando los contagios fueron decretando distintas medidas de emergencia sanitaria que coincidieron en un llamado al confinamiento de la población casi total a finales de marzo y comienzos de abril de ese año.

Ayer la OMS anunció que el COVID-19 ya no califica como una emergencia global. “Es con gran esperanza que declaró el fin de la COVID-19 como una emergencia sanitaria mundial”, dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Eso no significa que la COVID-19 haya terminado como una amenaza para la salud mundial”, dijo (https://bit.ly/3NMtWPF). El director de la OMS explicó que, si bien oficialmente se reportan casi siete millones de fallecimientos provocados directamente por Covid-19, estimó que probablemente hubo al menos 20 millones de muertes por esta enfermedad, lo que la coloca como una pandemia con el mismo número de fallecimientos que provocó la mal llamada “gripe española” que afectó a la población mundial entre 1918 y 1920.

Oficialmente se reportaron más de 700 millones de contagios por COVID-19, sólo 110 millones de ellos en Estados Unidos y 45 millones en la India. Se reportaron seis millones 870 mil 442 fallecimientos, aunque la misma OMS señala que fueron tres tantos más; se contabilizan 619 millones de personas recuperadas, la aplicación 13 mil 300 millones de vacunas y al menos cinco mil 580 millones de personas cuentan con al menos una vacuna durante la pandemia.

Es pertinente subrayar que la pandemia no ha terminado, aunque para efectos prácticos la mayoría de los países ya levantaron las medidas sanitarias y pareciera que se volvió a la antigua normalidad de antes del COVID-19. Un tema de la mayor relevancia es que todavía no se ha dado una respuesta adecuada a todas las personas contagiadas que padecen LongCOVID o COVIDprolongado con diversas secuelas que merman y afectan su salud.

Pero ahora que la OMS declara el fin de la emergencia global al COVID-19, vale la pena reflexionar si aprendimos de esta dura lección que la pandemia generó tanto en lo individual como en la sociedad. Me temo que no. Si bien hubo una rápida respuesta de la ciencia y de la medicina para enfrentar la emergencia, la producción y distribución de la vacuna concentrada y monopolizada en los países ricos reflejó el mundo desigual y dominante en el que vivimos.

La lección más importante de toda la pandemia es que seguimos el mismo sistema capitalista de producción y consumo que propicia que se generen este tipo de enfermedades. Tal como muestra la película Contagio (2011) de Steven Soderbergh: en este momento, en alguna parte del mundo, alguna máquina está derribando selvas y bosques y obligando a las especies que ahí vivían a entrar en contacto con las poblaciones humanas, lo que produce enfermedades zoonóticas como el covid. 

rubenmartinmartin@gmail.com
 

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