Ideas

Ángeles o demonios

“Los Ángeles que llevamos dentro” es el título del libro escrito por Steven Pinker, su primera edición data del año 2012 y por su esencia se convierte, por lo menos para el que esto escribe, en un libro de frecuente consulta. A lo largo de sus 899 páginas analiza, reflexiona y ejemplifica el proceso histórico de la evolución del ser humano a fin de llegar a la conclusión de que en el hombre y la mujer de estos tiempos se han desarrollado, para bien, sentimientos como la empatia, el autocontrol, la moralidad y la razón.

Pinker afirma: “el sentido moral consiste en reconocer que es un modo característico de pensar en una acción, no solo la habilitación de la misma”.

La afirmación de Steven cae por los suelos, cuando el británico M. W. Craven escritor y trabajador social en entrevista con motivo de la reciente publicación de su libro “El show de las marionetas” expone una dura sentencia: “La gente no se hace idea de la maldad que hay en el mundo”, afirmación que contradice, por lo menos desde el punto de vista conceptual a Pinker.

Craven se ocupa fundamentalmente de analizar y enfatizar el tema de la vulnerabilidad de la infancia y expone ejemplos reales y actuales de situaciones absolutamente brutales de maltrato infantil: “he visto niños desnutridos, conocí a un niño que sobrevivió comiendo moscas”.

Atrayendo las experiencias de estos dos personajes a la condición de violencia que sufre ahora mismo nuestro país, con abierta preocupación nos enteramos de que recién se aprobó por el Senado de la Republica la ley que prohíbe castigos físicos como medida disciplinaria para menores. Como resultado de una encuesta hecha una vez aprobada dicha ley se da un resultado que contradice a Pinker y da la razón a Craven: el 57% de los encuestados esta francamente en desacuerdo con la medida. En otras palabras el 57% de los niños mexicanos serán educados bajo la ley del garrote.

Ante tales contradicciones: ¿O somos Ángeles o somos Demonios? Analicemos lo que en nuestro país ocurre ahora mismo: gran cantidad de familias descompuestas, ya sea por vivir en condiciones de pobreza extrema que son la mayoría, de las cuales pronto serán surtidores al servicio del crimen organizado, o bien por aquellas familias que con holgura de su status económico los hijos tempranamente han sido enganchados por la cultura del hedonismo: placer por el placer mismo. En el primero de los casos ya fuimos testigos de adolescentes adiestrándose en el uso de las armas, en el segundo de ellos baste poner de ejemplo la frivolidad de la práctica de los “arrancones” automovilísticos cuyo sello principal es la frivolidad.

Tal parece que apelando a los valores culturales, espirituales y morales formaremos individuos cuya rectitud de vida sean ejemplos que iluminen, en caso contrario, si permitimos que los niños, los jóvenes y los adultos se conviertan en testigos permanentes de situaciones tétricas, la convivencia humana será la intolerancia inicio de la violencia. 

Total, Pinker y Craven debieron haber recurrido a Blaise Pascal, teólogo católico y filósofo francés: ¡Qué quimera es pues el hombre! ¡Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué contradicción, qué prodigio! Juez de todas las cosas, pobre gusano, depositario de la verdad, sumidero de incertidumbres y error, gloria y escoria del universo. Conclusión: Ángeles y también Demonios.

 

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