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* ¡Que sufran…!

Que el boleto para el Mundial del año próximo en Rusia ya esté asegurado, de ninguna manera exime a la Selección mexicana de la obligación de resolver el duelo de esta noche ante Trinidad y Tobago, en San Luis Potosí, con un desempeño convincente… y un resultado en concordancia.

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Sin incurrir en el imperdonable error de menospreciar al adversario, ni de regatear el esfuerzo que demanda el compromiso de buscar a toda costa la victoria, ganar esta noche, para el Tri, es casi una obligación…

Primero, porque México es el líder invicto del Hexagonal final de la zona, con 18 puntos conseguidos. Segundo, porque los trinitarios, con apenas tres puntos, ocupan el último lugar y difícilmente lo abandonarán en las dos jornadas restantes. Tercero, porque aunque haber asegurado la clasificación, sin pasar por las pesadillas que se vivieron en algunos de los ciclos mundialistas precedentes, hubiera sido excelente pretexto para echar mano de un cuadro alternativo y dar descanso a los jugadores que de ordinario han sido llamados a filas por Juan Carlos Osorio, el técnico, los dirigentes y aun los propios jugadores tomaron la decisión de echar toda la carne al asador al efecto de terminar la ronda en el primer lugar. Y cuarto, porque si bien se jugará esta vez en una cancha en que en circunstancias normales no jugaría —la del Estadio Alfonso Lastras—, México tendrá todas las ventajas que representa ser local.

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Tiempos hubo, después de la experiencia que significó perder la eliminatoria para el Mundial de Alemania 74, disputada en Haití —donde diversas circunstancias generaron un entorno no sólo adverso sino decididamente hostil en contra del Tri—, en que los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol llegaron al extremo de programar los partidos de la eliminatoria, cuando se volvió al sistema de las visitas recíprocas, en la cancha de La Bombonera de Toluca. Si se consideraba que algunos elencos centroamericanos y del Caribe disminuían su rendimiento al resentir el pánico escénico de un estadio de las dimensiones del Azteca, las peculiaridades de la cancha toluqueña y, sobre todo, los efectos de la altura, harían punto menos que invencible al equipo mexicano.

—¡Que sufran…! —decían los dirigentes de la Federación, en el entendido  de que “en la guerra y en el futbol todo se vale”… y de que el “fair play” tiene mucho de literatura.

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