Espléndida versión de la sexta de Bruckner
So pretexto de los aniversarios 150 y 200 de sus respectivos natalicios, sendas obras de Arnold Schoenberg y Anton Bruckner fueron incluidas en el tercer programa de la Primera Temporada 2024 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la noche del jueves en el Teatro Degollado. La respuesta del público se reflejó en dos terceras partes de la sala.
Ni Schoenberg ni Bruckner están en el ten top de los compositores predilectos de la gran mayoría de los melómanos, ciertamente. Al primero, alguno de sus biógrafos lo llamó “el músico más odiado de la historia”: una “distinción” que seguramente comparte con varios de sus colegas. Y aunque sus panegiristas sostienen que “sintetizó el exceso wagneriano con la contención brahmsiana”, hay consenso de que se quedó muy lejos de sus supuestos modelos.
Las Cinco Piezas Para Orquesta, Op. 16 (Premoniciones, Remembranzas, Colores, Peripecia y El Recitativo Obligado), de Schoenberg, integran un mosaico, breve (17 minutos en total), de un estilo –según consigna el programa de mano– “de contrastes súbitos y animado por esa intensa exaltación emotiva que caracteriza al expresionismo alemán”. Ruidosas primera, cuarta y quinta, reposadas segunda y tercera, las Cinco Piezas fueron en esta lectura de la OFJ, como lo fueron en su tiempo, un agasajo para los iconoclastas... y un suplicio para los tradicionalistas.
El plato fuerte de la velada fue la Sinfonía No. 6 en La mayor, WAB 106, de Bruckner. Controvertido en su época; proyectado en el Siglo XX en conciertos y grabaciones por directores como Toscanini, Furtwangler y Karajan, y calificado por Herbert Blomstedt como “el mayor sinfonista, después de Beethoven”, Bruckner, como Mahler, se significa por sus sinfonías largas y técnicamente complicadas. José Luis Castillo, director artístico de la OFJ, consiguió una espléndida versión de la poderosa partitura: respetuosa y equilibrada. En los pasajes más brillantes, logró que resultaran audibles todos los instrumentos, sin que el intenso volumen de la masa orquestal en pleno eclipsara, por ejemplo, los pasajes de los alientos maderas o los contrabajos. Consiguió asimismo que resplandeciera por su claridad el segundo movimiento, calificado por muchos críticos como el mejor adagio de entre todas las sinfonías –once en total– de su autor. El público correspondió con una gran ovación.
El programa, como de costumbre, se repite este domingo, a partir de las 12:30 horas, en la misma sala.