- Salvar vidas
Viene al caso, por enésima vez, el sabio aforismo de Arturo “Cuyo” Hernández (egresado “summa cum laude” de la universidad de la vida... aunque para ganarse la chuleta ejerciera el modesto oficio de manager de boxeadores): “La experiencia no es lo que a uno le pasa, sino lo que uno hace con lo que le pasa”.
-II-
Aplica la sentencia a las consideraciones que hiciera el gobernador Enrique Alfaro, ayer, al anunciar que en Jalisco, y en la Zona Metropolitana de Guadalajara en particular, se pasa de las restricciones dispuestas hace dos semanas en función del “botón de emergencia”, a la “nueva normalidad”.
Es decir que se aflojan un tanto las clavijas... aunque sin llegar al extremo. Una medida, por lo demás, propicia para que la economía tome oxígeno por obra y gracia de “El Buen Fin”, tras los inevitables perjuicios ocasionados por la decisión de restringir y aun suspender transitoriamente muchas de las actividades calificadas como “no esenciales”.
-III-
Si, en efecto, la experiencia consiste en aprovechar tanto los aciertos como los errores para sacar algunas enseñanzas y aplicarlas a la vida ordinaria, cabe esperar que, en efecto, se haya aprendido la lección; que el reciente apretón de clavijas se viera como un capítulo más de un proceso de aprendizaje que comenzó hace siete u ocho meses, cuando se encendieron las alarmas a raíz de la pandemia y debieron tomarse medidas “dolorosas pero necesarias”, y en el que aún no se ve la luz al final del túnel.
Se trata de adaptarse, paso a paso, a una realidad inédita. Se trata de evitar, en lo posible, errores que pueden tener graves y aun funestas consecuencias.
Si el gobierno, en concreto -como lo reconoció de manera explícita-, admitió haberse equivocado al restringir arbitrariamente los horarios para la operación del transporte público, ocasionando los “embudos” que supuestamente quería evitar, y enmendó a tiempo (en el entendido de que “es de sabios errar”... pero es de necios porfiar en el error), la conclusión sería que desactivar el “botón de emergencia” no debe tomarse como un salvoconducto -permítase la expresión- para que las gallinas se salgan del huacal y se dediquen alegremente a darle vuelo a la hilacha, sino de entender que la responsabilidad y la prudencia, con las renuncias parciales a la libertad que ello implica, deberán ser, durante mucho tiempo todavía, al efecto de salvar vidas, la tónica de las conductas individuales y colectivas.