- “Parliamo di donne”
Los temores de que las marchas convocadas por agrupaciones feministas, con motivo del Día Internacional de la Mujer, degeneraran en disturbios como los ocurridos en las dos ediciones precedentes, en la Ciudad de México sobre todo, felizmente se disiparon. Hasta la tarde de ayer, las autoridades daban cuenta, sí, de algunos incidentes menores: desmayos, insolaciones o golpes de calor, naturales y hasta inevitables en cualquier reunión multitudinaria; entre los más graves, una persona herida en un pómulo con un picahielo; dos más, lesionadas al caerles encima una valla metálica que intentaban derribar.
Las de Martí Batres, secretario de Gobierno de la Ciudad de México (“Se espera una marcha muy violenta [...]; hay 15 grupos organizados con cizallas, alicates, sopletes, martillos, picos, piolets, hachas, mazos, cadenas, tubos, bazucas, bombas molotov, tasers eléctricos, cohetones, petardos, gasolina, tinner, navajas, palos y gas pimienta para irrumpir en la marcha”), y el Presidente López Obrador (“hay grupos que se están preparando con marros, sopletes, bombas molotov...”), fueron, por fortuna, falsas alarmas.
-II-
Hubo, si acaso, “pintas” en vallas, pisos y mobiliario urbano; no hubo, en cambio, destrozos en monumentos, escaparates o automóviles, ni agresiones a puñetazos o golpes con palos, tubos o martillos o con lanzallamas improvisados a policías -hombres y mujeres-, reporteros o simples ciudadanos...
Todo eso es de celebrarse, porque las asambleas o reuniones que pretenden hacer peticiones o protestar ante las autoridades, respetaron esta vez las normas de convivencia civilizada y, de paso, las pautas del Artículo 9o. constitucional. Es así como los ciudadanos deben hacer reivindicaciones. Utilizar la violencia para plantear demandas legítimas o inconformarse por la injusticia y la violencia misma, es absurdo; y, a la larga, contraproducente.
-III-
Coincidió con esa fecha, por cierto, el fallecimiento -por razones naturales- de Rosa María Ibarra...
Química farmacobióloga por formación profesional, Rosa María torció el camino -valga la expresión- al atravesársele en la vida la vereda del periodismo. Formó parte del grupo que secundó a Cecilia Díaz Romo en la fundación de la agencia Inforjal, que luego sería Notisistema.
Reportera de las fuentes empresarial, económica y de espectáculos; conductora y productora de programas informativos durante más de cuatro décadas, “La Güera” fue, para los radioescuchas, una voz amable; para sus hijos y sus nietos, un ángel; para sus compañeros, un modelo de calidad humana y entrega a la profesión.
Periodista por vocación, se adelantó a muchos de sus colegas, ayer, en la gran exclusiva de la muerte. Descanse en paz.
jagelias@gmail.com