- El beneficio de la duda
Las encuestas previas a las elecciones del domingo consignaban que Andrés Manuel López Obrador tenía tantos simpatizantes como detractores. Eran dos realidades aparentemente contrastantes. En la intención de voto, el candidato que -como era previsible- terminaría la jornada como virtual Presidente electo, tenía mejores números que la suma de los de todos sus contrincantes en las boletas. En otro ejercicio, era el candidato por el que un porcentaje significativo de los encuestados declaraba que nunca votaría… Al final de la jornada, al júbilo de quienes en las encuestas preanunciaron su victoria y con su voto contribuyeron a lograrla, se sumó el respeto a la decisión mayoritaria expresada en las urnas, por parte de quienes anticiparon que jamás votarían por él… y cumplieron.
-II-
¿Qué sucedió ahí…? Que quienes sufragaron a favor de López Obrador -53% de los votantes: un porcentaje que haría innecesaria la segunda vuelta en los países en que esa modalidad forma parte de las reglas del juego- lo hicieron porque creyeron en los planteamientos que difundió en el curso de sus campañas: las que concluyeron hace una semana… y las que datan de hace doce años; los que votaron por cualquiera de los otros candidatos o se abstuvieron de hacerlo, a su vez, resolvieron tácitamente darle el beneficio de la duda. Entre unos y otros hay un consenso implícito, latente en el ambiente postelectoral: “Ya sabemos qué prometió; ahora vamos a ver si cumple”.
-III-
El que terminaría la jornada como virtual Presidente electo tenía mejores números que la suma de los de todos sus contrincantes
Entre las cosas que López Obrador prometió durante la campaña más reciente y ha ratificado en las entrevistas posteriores a la jornada electoral, está la relacionada con la ratificación de mandato. Según ese compromiso, en las elecciones intermedias a celebrarse dentro de tres años, se incluirá la papeleta en que el pueblo decidirá si el Presidente merece su confianza y debe continuar en el cargo, o si no la merece y debe renunciar... “El pueblo pone y el pueblo quita”, ha dicho el Presidente electo. Pero también ha postulado que “dentro de la igualdad, primero los más pobres”; que ha hecho del combate a la corrupción, de la austeridad y la honestidad de los gobernantes y del combate a la delincuencia combatiendo sus raíces -la desigualdad social y la falta de oportunidades-, sus banderas.
Ahí están cifradas las esperanzas de quienes lo hicieron Presidente. Ahí estarán las miradas vigilantes de quienes, cual debe ser en una democracia, por ahora se limitan a respetar esa decisión.