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- El Puente de Las Damas

En “El Puente de las Damas”, editado en 2007 por el Ayuntamiento de Guadalajara con la intención de rescatar un vestigio de la Guadalajara del Siglo XVIII que estuvo sepultado -literalmente- por el pavimento de la calle Colón, entre La Paz y Manzano, y reducido a la calidad de leyenda durante varias generaciones, Enrique Ibarra Pedroza (regidor, varias veces diputado federal y local, presidente municipal interino de Guadalajara y actual secretario general de Gobierno del estado), recuerda que Mexicaltzingo, la antigua población de indios que en 1442 se convirtió en la cuarta y casi seguramente definitiva versión de Guadalajara, “paso obligado de las mercancías y enseres que entraban y salían por el legendario Camino Real de Colima (...), mantuvo su propio gobierno hasta el año de 1667, en que pasó a depender del Ayuntamiento de Guadalajara”. Anota que “el tráfico incesante de arrieros con sus recuas" propició que operaran varios mesones y tianguis, y “abasteciera de mano de obra y del de ya desde entonces indispensable y valioso servicio doméstico a las señoras acomodadas de Guadalajara”.

-II-

Añade que, en ese tiempo -hace poco más de 200 años- “Mexicaltzingo, durante la época de lluvias, pasaba de ser un barrio, a prácticamente una isla”, rodeada por el río de San Juan de Dios (entubado y convertido a principios del Siglo XX en la actual Calzada Independencia) y los arroyos de El Arenal y el Manzano.

Los historiadores Arturo Chávez Hayhoe, Luis Pérez Verdía y Juan B. Iguíniz concuerdan en que el Puente de las Damas, que finalmente ha sido rehabilitado e incorporado a los atractivos para lugareños y visitantes de Guadalajara, fue construido alrededor de 1798, a iniciativa de “damas pudientes”, tanto para mantener la devoción de visitar al Señor de la Penitencia que se venera en Mexicaltzingo, como “para evitar las crisis hogareñas” ocasionadas por la imposibilidad de que la servidumbre, aislada por las lluvias, se trasladara a Guadalajara.

-III-

Rescatado, reconstruido, convertido en un atractivo más de Guadalajara para propios y extraños, El Puente de las Damas debe su resurrección -honor a quien honor merece-, primordialmente, al ingeniero Juan Marull Tomas, quien hizo de ese rescate la empresa quijotesca más importante de su vida: si no para recuperar a plenitud, con su sabor de antaño, uno de los barrios más antiguos y tradicionales de Guadalajara, sí, al menos, para ofrecer a visitantes y lugareños un interesante vestigio de su propia historia.

jagelias@gmail.com

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