- “El Llano Grande”
Antes de abordar los temas que fatalmente acapararán la atención de montescos y capuletos, tirios y troyanos en el curso del incipiente 2018, permita el lector amable, a guisa de “Prólogo, advertencia, preludio… o lo que ustedes quieran” –como escribió José María de Pereda en las primeras líneas de “Tipos y Paisajes”—, dar acuse de recibo de una de las cosas buenas que dejó el 2017 que ya es parte de la historia: un libro…
Se trata de “El Llano Grande”, para el que hicieron equipo la pluma de Juan José Doñán, las fotografías de Rubén Orozco y la edición y diseño de Avelino Sordo Vilchis, en una promoción de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco (“una de cal por las que van de arena”) para realizar, como consigna el subtítulo de la obra, “Un recorrido por el territorio rulfiano”.
-II-
El centenario de su nacimiento, el 17 de mayo de 2017, fue pretexto para que se dedicaran al escritor más notable de Jalisco una serie de homenajes y reconocimientos. Aunque persiste la convicción de que falta el principal —su estatua en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres… sin perjuicio de que se respeten la voluntad de sus familiares (y seguramente, en su momento, del propio Rulfo), de que sus restos no sean trasladados a un panteón en que “Ni son todos los que están ni están todos los que son”—, el texto de referencia tiene varios puntos a favor: uno, que se trata de un monumento perenne a la memoria del célebre novelista y cuentista; otro, que, por la calidad de sus autores y la pulcritud de la edición, es digno; uno más, que propicia, facilita y aun impulsa el acercamiento del lector a las historias que ocurren y a los personajes que desfilan tanto en “El Llano en Llamas” como en “Pedro Páramo”.
-III-
Doñán acota que Rulfo, lejos de apegarse “servilmente a la realidad geográfica (…) se toma todo tipo de licencias”. Y Juan José —de quien obliga consignar que “no sabe escribir mal”—, sirve de acucioso guía al lector para inducirlo a un recorrido vívido, estimulante, enriquecedor, por el escenario en que supuestamente sucedieron las historias y discurrió la existencia —aunque en el ámbito de la realidad no hayan dejado huella (fantasmas al fin muchos de ellos)—, de los personajes inmortales brotados de una de las plumas más notables de la literatura universal.