Tras “El rastro” de Margo Glantz
En la novela relanzada bajo la editorial Almadía, la autora mexicana explora la música relacionada con los latidos del corazón a partir de un acontecimiento real que disparó su creatividad con las letras
Margo Glantz visitó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para presentar el libro relanzado por la editorial Almadía: “El rastro”, una novela donde los principales temas recurrentes son la música y el cuerpo.
Del origen de la narración, la autora detalló en entrevista: “Surgió de un acontecimiento real, un entierro. Disparó todo el texto, es el meollo. Un personaje que muere, un amor que terminó mal, y no sólo termina el amor, termina también porque el personaje está muerto. Es la muerte del amor y la muerte de la persona que amó”.
Un elemento constante en el texto es la imagen del corazón. “El personaje muere de un infarto al corazón, por eso hay una serie de reflexiones. Siempre he trabajado la relación con el cuerpo: el cuerpo erótico, el cuerpo por fragmentos (el pecho, las rodillas, el pelo). Aquí es un cuerpo que ha muerto. El corazón tenía que ser un elemento gigantesco de la gestualidad”.
A propósito del corazón, la escritora mexicana comentó sobre otra característica de su nueva obra, la música: “El corazón tiene un ritmo muy particular, igual que la música. Si el corazón no tiene un ritmo es muy grave, una de sus enfermedades es la arritmia, en la música si uno no tiene ritmo está perdido, por esto era importante hacer la relación”.
“El corazón es un leitmotiv”
El arte musical está en la novela corta por el gusto de la autora hacia ésta, al grado de que los personajes tienen la profesión de músicos. “Como amante de la música me parecía interesante utilizar la música como un leitmotiv, así como el corazón es un leitmotiv. En ese sentido era lógico. Son dos personajes que tenían una profesión en común, eso me permitió hacer algo que he trabajado en los textos: los usos del cuerpo, sobre todo el femenino. La mujer no podía tocar el cello, porque era indecente al parecer que le hacía el amor”.
El pianista Gleen Gould está presente en la novela, en particular sus dos discos con “Las variaciones de Goldberg”, Eddie grabó de manera diferente al comienzo y al final de su carrera (Glantz analiza las diferencias y motivaciones en el libro), puesto que le “preocupa mucho el problema de la interpretación. En el caso de Richter y Gould es muy importante. Bach no decidía en sus partituras cómo debía tocarse. Gleen decidía cómo debería hacerse, como Richter. Hay una tradición de grandes pianistas que tocan las variaciones según la interpretación, y se copian unos a otros. En cambio Gould hacía lo que le daba la gana, porque se creía más genial que Bach”.
La música y el cuerpo femenino
Para ligar la música y el cuerpo femenino la escritora recurre también a una pareja de músicos: “Es muy importante la biografía de Barenboim y Jacqueline du Pré (quien padeció esclerosis múltiple), que tiene que ver con el cello y el piano y la música: son personajes álter ego de los protagonistas”. El cuerpo trastocado se refiere igualmente con las operaciones y la medicina.
La novela tiene una prosa continua que no cesa hasta el final abierto de la historia. Tener una narración que no se detiene se vincula simbólicamente con el incesante latido del corazón (hasta la muerte), presente en la novela, y con la música. “El bajo continuo es muy importante en la música. Me parece muy interesante, no lo había pensado al escribirlo. La música barroca plantea siempre la necesidad de tener un ritmo continuo. En el texto también está ese elemento. En cada libro trato de tener una estructura diferente, según me lo pide el libro. Trabajo mucho con fragmentos, paso de un tema a otro, aunque están relacionados”.