Hermosas pesadillas
Cada pesadilla es la hermosa manera como nos hacemos preguntas en los sueños, como podemos detectar lo que hay que resolver y sanar
Si algo recuerdo de mi infancia (de infans, “el que no habla”) son mis pesadillas, principalmente ser perseguido por zombies y, aunque seguramente me inspiraba jugando “Resident Evil II” con mis primos, más tarde entendí que éste, como todos los sueños, era una metáfora. Es decir, no es que hubiese sido perseguido por muertos vivientes, ni una premonición de una Guerra Mundial Z (espero), sino la representación de un miedo vivido por muchos niños como yo que, perseguidos por una sociedad machista, éramos el monstruo escondido en el closet.
Ernest Hartmann trabajó en comprender las pesadillas y propuso dejar de verlas como una enfermedad, para reconocer algo hermoso en su existencia. Planteó que cada sueño es una sesión privada de terapia enfocada en las emociones más relevantes que experimenta el cuerpo.
Frente a emociones positivas, se esperarían sueños tranquilos que en su mayoría serán olvidados al despertar, pero con emociones negativas como el miedo, la sesión, ese sueño, será una pesadilla, pues ¿qué es el miedo sino la duda sobre algo que pudiera dañarnos, o la certeza de lo que nos ha traumatizado?
Durante el sueño, un cóctel de neurotransmisores nos acuesta en el diván, “apagan” los músculos que nos permiten correr o jugar PlayStation. Así la mente explora libremente, comparando y encontrando semejanzas entre presente, pasado, futuro e incluso con aquello inexistente, lo imaginario, entonces comienza un festival de cine onírico donde veremos los cortos, medios y largometrajes que llamamos sueños.
¿Alguna vez has soñado con una persona que conoces perfectamente, pero que al despertar no tienes idea de quién es? Freud llamó a estas metáforas “condensaciones”, personajes creados con partes de distinta gente que sí conoces pero que en realidad no existen. Bueno, lo mismo pasa cuando se condensan distintos miedos, surge un monstruo quimérico con patas de araña, alas de murciélago y cuerpo de serpiente y, además de metáforas, en las pesadillas también ocurren “amplificaciones”. ¿Temes lo que hay en el sótano? Pues la pesadilla recreará el sótano aún más oscuro y tenebroso.
CarlJung propuso un elemento más, que implica que nuestras pesadillas no son sólo alimentadas por los miedos del Antropoceno, pues nuestro cerebro no fue creado sólo por humanos. Desde las primeras redes neuronales en medusas y con cada nueva especie en nuestra cadena de ancestros, la red y sus conexiones crecieron, aumentando el laberinto hasta la configuración actual de nuestro pensamiento. En otras palabras no sólo sueñas tu vida, muchos elementos, espacios, personajes y hasta acciones son la huella de las miles de vidas que ocurrieron para que hoy existas y quizá por eso una de las pesadillas más comunes es ser perseguidos, pues es un miedo que todos los seres vivos compartimos.
Así como el monstruo no era yo, cada pesadilla es la hermosa manera como nos hacemos preguntas en los sueños, como podemos detectar lo que hay que resolver y sanar, como convivimos con nuestr@ niñ@ interno y como recordamos por un momento que más que cuerpos, más que humanos, somos toda la vida soñándose a sí misma una y otra vez, desde las primeras Eras hasta el Antropoceno.
Para saber
Crónicas del Antropoceno es un espacio para la reflexión sobre la época humana y sus consecuencias producido por el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara que incluye una columna y un podcast disponible en todas las plataformas digitales.
Sobre el autor
Marcos Vinagrillo es biólogo y maestro en comunicación de la ciencia y la cultura. Su experiencia y pasión se ha centrado en la comunicación ambiental a través de acuarios, zoológicos y jardines botánicos. Actualmente colabora con el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara.
CT