Reflexiones alrededor de la lectura y la escritura
Con “La lectura y la sospecha: Ensayos sobre creatividad y vida intelectual”, el autor nos comparte una recopilación de su relación con la creación literaria
El escritor mexicano Armando González Torres publicó dentro del catálogo de Cal y Arena la colección de ensayos “La lectura y la sospecha: Ensayos sobre creatividad y vida intelectual”. La inspiración, la creatividad, la formación del escritor, las becas, los premios, los plagios y las políticas culturales son tan solo algunos de los muchos temas que toca en las páginas de este breve pero docto libro. Vía telefónica, el autor platicó del origen de los textos que terminaron formando parte de “La lectura y la sospecha”:
-Son alrededor de 50 textos cortos, tienen un origen periodístico: todos aparecieron o en mi columna que tengo en “Laberinto”, en pequeños artículos en “Letras Libres” o “Nexos”, revistas de este tipo. Tienen una fuente bibliográfica seria, acudí a libros de filosofía, sobre estética, de sociología de la cultura, psicología de la creación, los propios testimonios de creadores eminentes. No se trataba de hacer un tratado, sino de utilizar los más diversos recursos del ensayo para dar un testimonio de mi propia relación con la escritura y con la creación.
-Algunos textos cruzan ciertas fronteras del género: si bien todos son ensayos hay uno que puede leerse como cuento, “El despreciador”, por ejemplo. Es un interés de acercarse a otros géneros.
-Sí, el ensayo es un género híbrido que va adquiriendo diversas mutaciones en su trayectoria. Lo que hago es utilizar los más diversos recursos del ensayo para tratar de ejemplificar, darle vida a esta relación con la creación. Puede ser tan diversa: lo que hace el libro es hablar de la creación en todas sus facetas, desde la inspiración, la inducción creativa, la motivación, hasta la sociabilidad literaria y del mercado, de todo el sistema de incentivos, premios. Hago uso de las diversas posibilidades del ensayo, de la reseña a la parodia, para mostrar las facetas de la actividad creativa.
-Mencionas ahora la parodia, que también la mencionas en el libro al hablar del humor y sus diferentes manifestaciones. En la literatura mexicana está relativamente ausente, más allá de Jorge Ibargüengoitia, uno de los grandes clásicos.
-En efecto, es muy curioso: creo que nuestra literatura y nuestro acercamiento a la actividad creativa es muy solemne. Nos falta humor. Precisamente creo que este libro trata de inducir cierto sentido de las proporciones: los creadores, los artistas somos demasiado solemnes, pensamos que tenemos el monopolio de la musa, cuando sostengo en el libro que la actividad creativa (todas las gratificaciones que da la creación) están al alcance de todos, no solo de los creadores profesionales.
-Otro detalle en referencia a la literatura mexicana es esa mención de los autores un tanto prolíficos, sin tanta justificación en la obra: la publicación casi obligatoria de un libro al año, algo que la industria editorial lo tiene como exigencia para la permanencia.
-Este fenómeno de la concentración editorial, afortunadamente matizado por las editoriales independientes, lleva a dos tendencias: por un lado a la uniformidad del gusto, en la medida en que una sola empresa se vuelve monopólica (aun con diversos sellos). Hay una tendencia a uniformar. Por otro lado, acelera los procesos de maduración de la escritura: publicar un libro cada año, tener una agenda cargadísima de promoción… si además hay una vida social agitada, ¿a qué hora da tiempo de leer y escribir? En ese sentido sí hay una tendencia a la banalización, a la frivolidad, a la aceleración del proceso natural de la escritura.
-Al final también aparece la política cultural, cómo de pronto influye el aparato del Estado en la producción, desde los premios hasta las becas. ¿Cómo sobrevivir a eso? Pensando también a los artistas fuera de esos círculos, en un país donde la producción rara vez vende lo suficiente para mantenerse solo de eso.
-Debe haber un equilibrio: hay muchísimas expresiones, disciplinas artísticas, que sin un apoyo del sector público sobrevivirían. Y es importante preservar: no vivirían del mercado, pero son importantes para resguardar. Pero, por otro lado, tengo la impresión de que la proliferación de becas y de premios debe cuidarse mucho: hay una propensión a utilizar el premio como modo de promoción cultural, quizá por ser más notorio que otras formas de promoción, como pueden ser los talleres literarios. Para un municipio es mucho más rentable otorgar un premio que hacer otras formas de promoción más modestas como reforzar las bibliotecas, tener talleres literarios. Es muy importante cuidar la rentabilidad, la derrama social de los premios, y cuidar escrupulosamente la transparencia. Sabemos que en el medio privado los premios a menudo son parte del aparato mercadotécnico, pero en el caso de premios con recursos públicos debe cuidarse mucho la derrama social y la transparencia.
En su libro, Armando González Torres abunda en el tema con el caso de Alfredo Bryce Echenique y el máximo galardón de la FIL, pese a las acusaciones de plagio que recibió el peruano.
El placer de la creación
De esta publicación dentro de su bibliografía, Armando comentó:
-Este libro sería un hermano menor de un libro que publiqué en 2005: “Que se mueran los intelectuales”. Es un libro de ensayos misceláneos, con textos “serios” de sociología de la literatura y parodias narrativas. Son libros de crítica de la cultura, pero también de autocrítica: de ninguna manera me considero una autoridad superior ni un dedo flamígero. Muchos personajes de la fauna literaria que pululan en mis parodias tienen mucho que ver conmigo mismo.
-En los ensayos que conforman “La lectura y la sospecha” también toca el tema del placer de la creación.
-Lo que trata de distinguir a este libro, sin hacerlo moralista, es precisamente reivindicar el placer, esa motivación fundamental que tiene que ver con la actividad creativa. No solo de la escritura, en cualquier disciplina. Además, insisto, no es privativa de un clan de creadores profesionales: es una capacidad que pertenece a cualquier individuo y que creo que es fundamental cultivar. Incide en la vida social de muchas formas positivas: en una mayor tolerancia, mayor apertura y pluralidad. Creo que en la medida en que se entienda, se aprecie y se cultive la creatividad podemos ser una mejor sociedad.