Odiada pero necesaria, una nueva era nuclear
En términos cuantitativos, en análisis costo-beneficio e incluso en ecología y seguridad, la energía nuclear supera a las otras alternativas, y será necesaria para abandonar los combustibles fósiles
La energía nuclear es la menos popular entre todas las fuentes de generación de energía. En eso están de acuerdo los petroleros y los ecologistas: en rechazarla. Pero ese sentimiento, compartido por gran parte de la opinión pública, es más un prejuicio que una realidad. La evidencia indica que es limpia y segura y probablemente sea imprescindible para abandonar los combustibles fósiles.
El repudio a la energía nuclear está muy relacionado a la enorme cobertura mediática de los accidentes en plantas nucleares, particularmente en Chernóbil (1986) y Fukushima (2011). También al hecho de que las plantas nucleares generan desechos radiactivos peligrosos y de difícil disposición final que, ante un mal manejo podrían generar un desastre ecológico como los peces de tres ojos del lago Springfield, caricatura magistral que hace del riesgo por la irresponsabilidad humana la serie animada Los Simpson (y todos sabemos que si Los Simpson lo predijeron, hay que poner atención).
Pero como toda mala fama, es necesario revisar qué tanto es verdad y qué tanto es mito, especialmente cuando nos enfrentamos al calentamiento global que tiene potencial de destruir millones de vidas y el equilibrio del planeta entero.
Los accidentes descritos fueron lamentables. En Chernóbil murieron 433 personas y 2 mil 314 en Fukushima. Sin embargo, es necesario compararlos con las más de 5 millones de muertes al año causadas por problemas respiratorios derivados de la contaminación por combustibles fósiles. Mueren más del doble de personas en un día por la contaminación que las que han muerto por accidentes en toda la historia de la energía nuclear. Contabilizadas las muertes por terawatt-hora*, la energía nuclear es 50 veces más segura que la hidroeléctrica y 1000 veces más segura que el carbón (según datos de Our World in Data).
La energía fotovoltaica (solar) y la eólica (viento) son relativamente seguras también pero tienen un problema irremediable: a diferencia de la nuclear, dependen del clima. La generación no es constante. La demanda sí. Una vez instalado un reactor nuclear, en cambio, puede funcionar ininterrumpidamente. En términos cuantitativos y en un análisis costo beneficio gana por mucho la energía nuclear.
Necesitamos energía en cantidades suficientes para una demanda creciente, de fuentes renovables, limpias y seguras, disponible para todos a bajo costo y sin causar daño al entorno. A pesar de que no es popular, por seguridad y eficiencia muchos expertos consideran a la energía nuclear la mejor y quizá única alternativa para acercarnos a eso y dejar los combustibles fósiles. El flujo de inversiones y los planes de muchos países europeos parecen darles la razón.
Incluso el célebre y recientemente fallecido científico inglés James Lovelock, autor de La Hipótesis de Gaia y pionero del ecologismo moderno, sostuvo que ante el peligro inminente que enfrenta la civilización humana por el calentamiento global “no tenemos tiempo para experimentar con fuentes visionarias de energía. La energía nuclear es la única solución”.
* Un terawatt-hora es el consumo anual promedio de medio millón de personas en latinoamérica.
Sobre el autor
Víctor González Quintanilla es especialista en comunicación pública de la ciencia y actualmente coordina los proyectos de divulgación científica del Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara- @VictorGlezQ
Para saber
Crónicas del Antropoceno es un espacio para la reflexión sobre la época humana y sus consecuencias producido por el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara que incluye una columna y un podcast disponible en todas las plataformas digitales.