La escultura "Alegría" de Garval será instalada en febrero
El artista tapatío habla sobre los procesos creativos detrás de las “Tres Gracias”, esculturas monumentales ubicadas en Lázaro Cárdenas
Desde el 5 de diciembre del año pasado, la avenida Lázaro Cárdenas tiene en su camellón a “La Abundancia”, obra del artista tapatío Sergio Garval. La pieza, una escultura monumental de casi 9 metros y más de 10 toneladas de peso, es tan sólo una de las tres obras que en conjunto estarán ubicadas en dicho punto. Aún falta por instalarse “La Belleza” y “La Alegría”, que recrean de manera libre el mito de las gracias griegas, dotadas de carisma y siempre proveedoras de lo agradable y placentero.
Sobre esos conceptos son sobre los que trabaja Sergio Garval, y con los que se ha enfrascado durante más de un año. En entrevista, además de adelantar que la siguiente pieza instalada será “La Alegría” en el mes de febrero, habla sobre sus procesos creativos y la manera de dialogar con la triada de esculturas.
“El arte funciona de dos maneras: de manera explícita y de manera subliminal, la que me interesa es la subliminal. Parto de procesos reflexivos, soy un artista que se nutre de la historicidad en principio, y del formalismo; en ese sentido yo me alimento del concepto, de las circunstancias, de los acontecimientos, de la literatura, y ese es el punto de partida”, es lo primero que apunta el artista tapatío al hablar sobre los motivos para recrear el mito griego. “Posteriormente viene la parte subliminal, que es cómo puedes traducir un elemento conceptual en una forma, en una expresión, que tenga posibilidades de trascender: a nivel de emotividad, de sentimientos, incluso enigmáticos. No se trata describir una forma, sino una idea”.
Y señala que espera que los espectadores puedan dialogar con las obras: “La vinculación que pueda poner alguno de los espectadores con ‘Las Gracias’ que estamos proponiendo, porque el artista en su mejor circunstancia debería hacer lo que quiere y no lo que puede”.
Conceptos universales
Garval comenta que comenzó a trabajar mucho antes de ponerse a moldear, primero, esculpir y fundir. La labor inició al momento de buscar traducir los conceptos universales en algo tangible, y sobre todo, visible por la ubicación en la que estará colocado el conjunto escultórico.
“Los conceptos de ‘abundancia’, ‘alegría’ y ‘belleza’ son totalmente subjetivos; uno de los puntos más difíciles es a partir de una imagen cómo traducir ese concepto: la composición, la pose de la figura se deben traducir en la imagen de la alegría universal. Esa parte es terreno delicado porque creo no existe; los elementos de exuberancia y de felicidad que existen en la alegría están en la obra más allá de los personajes. Es una obra que en sí mismo es festiva en cuanto a sus atributos”.
Menciona que es su obra se nutre de ideas clásicas sin anclarse en los arquetipos que todo mundo reconoce. “En el caso de la belleza estoy trabajando sobre diferentes cánones de la belleza contemporánea occidental, a los cuales estamos vinculados; sin embargo tiene bastante libertad (la pieza), no hay obsesiones al describir la forma: quiero plasmar la expresión. Es un homenaje a la mujer contemporánea, tapatía. Dentro de mi obra yo trabajo con elemento de la mujer, tengo esa gran vinculación con las Evas, si es un homenaje exuberante, por eso no hay este arquetipo en los personajes, porque no me interesa, quiero que sea una obra de inmediatez temporal: que sea una persona muy vivencial y referencial, no son personajes que tienen rasgos clásicos”.
Y ataja que las figuras femeninas que se posan sobre los equinos son “atractivas pero no son bonitas, no poseen la delgadez del canon actual; me interesa la naturalidad. Por eso el contraste con la figura equina”.
Ejercicio de apreciación
La ubicación del conjunto de las “Tres Gracias” no ha estado exenta de polémica, sobre todo porque no es accesible a los peatones y se aprecia sobre automóviles. Sobre ello, Garval menciona que siempre estuvo pensada para colocarse ahí, y que el poste central que las sostendrá, ayuda a que se aprecien mejor.
“El tubo está ahí para que la figura se explore en su 360 grados, que se recorte en el vacío; estoy proponiendo un soporte en el que la obra asuma otro tipo de riesgos, en los cuales le quito esa solemnidad y la estructura matérica de peso, de pensar que está pesada la pieza, y trato de que quede suspendida en el cielo: la persona que viene en un vehículo a cierta distancia empieza a ver las siluetas”.
También aclara que está ahí para que sea vista con las diferentes luces naturales que ofrecen los cielos tapatíos. “A través del día la pieza funciona de diferentes maneras. Al amanecer tenemos una vista peculiar, conforme avanzan las horas van destacándose ciertos aspectos de la pieza, otros elementos de la pieza con su propio entorno. Vemos esta mole, con la figura equina gris, en estos cielos azules en los que la apreciamos mejor. Las obras parece que están flotando, están liberándose”.