Cultura

La educación literaria de Bárbara Jacobs

La autora mexicana de ascendencia libanesa recorre aquellos autores que con el paso de los años construyeron su biografía como lectora

Desde su infancia más temprana, la vida de Bárbara Jacobs estuvo en contacto con la literatura. En “Rumbo al exilio final”, la autora mexicana de ascendencia libanesa recorre aquellos autores que con el paso de los años construyeron su biografía como lectora. Por sus páginas desfilan los nombres de E. E. Cummings, Bob Dylan, Henry David Thoreau, Gabriel García Márquez  o Margo Glantz. A su vez, Jacobs vuelve la mirada para recordar momentos como su primer encuentro con Augusto Monterroso, quien fuera su esposo, la publicación de su primer texto en un periódico en 1970 o la manera en que el origen migrante de su familia le dio acceso a distintas culturas desde temprana edad.

“Mi padre era estadounidense y era un gran lector. El hecho es que hablábamos en la casa tanto inglés como español. Pero era natural que yo tuviera más a mano libros en inglés, puesto que eran los que mi padre tenía. Por otro lado, siento que mi mamá me regaló a México, me lo puso en las manos, me hizo conocerlo y amarlo. Y yo digo que Augusto Monterroso me regaló el español. Me hizo aprender a apreciar esta lengua”, cuenta Jacobs.

El cariño con que recuerda a Monterroso resalta cuando habla de él, de quien recuerda que “nos divertíamos muchísimo”, y comparte una anécdota de una ocasión en que ella le mostró un texto suyo, escrito en inglés, a lo que él respondió que tenía talento para escribir en esa lengua.  “Nunca le dije que yo sentía ese comentario como un elogio por un lado, pero por otro lado pensé (como una es muy masoquista) que él creía que mi español no era muy bueno. Una tontería, porque claro que era un elogio”, rememora la autora.

“Rumbo al exilio final”, que ofrecen al lector un vistazo a la vida intelectual de una de las escritoras más importantes de México, a quien dice le encanta J.D. Salinger porque es como una novela picaresca ambientada en el siglo XX. Sobre Cummings, afirma que “destruye el lenguaje” y a Dylan lo considera heredero directo de los primeros poetas que transmitían su arte con canciones. Señala que si fuera el fin del mundo y fuera su deber resguardar el último libro de la humanidad, escogería “El Lazarillo de Tormes” porque lo considera “tan valiente y arriesgado”.

A pesar de este conocimiento enciclopédico, Jacobs afirma que todavía duda si lo que escribe ella puede llamarse poesía. “Cuando a mí me da por escribir, siempre tengo la duda. Y creo que es bueno tener duda. Siempre digo yo: ‘No sé suficiente. Quizá no es poesía’”.  

Sin embargo, Jacos no le tiene miedo al cambio. Así como ella fue testigo de la revolución en las letras latinoamericanas que se dio en el siglo XX, cree que la literatura debe seguir transformándose constantemente, “pero conociendo las bases. Así sí”.

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