Joanna Gruda hace un viaje por la infancia de su padre
La escritora canadiense nos invita a conocer la historia de su padre, tan difícil como única
La autora canadiense y nacida en Polonia, Joanna Gruda, presentó el martes por la tarde en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), su novela “El niño que sabía hablar el idioma de los perros”, historia basada en la vida real, un trama que toma de contexto la infancia de su padre, Julek, un niño que tuvo que aprender desde pequeño a navegar solo en la vida. Sus padres eran activistas en Polonia, por lo que desde temprana edad estuvo viviendo con distintas familias.
La novela fue publicada en Canadá en febrero de 2013 y en 2014 obtuvo el Premio de los Lectores Emergentes de la región de Abitibi-Témiscamingue. Sus derechos de traducción se han vendido en Holanda, Polonia, Italia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil, Turquía, China y España.
“Esta es una historia que mi padre me contó mil veces durante mi infancia. También es una historia que por mi parte yo le contaba a mis amigos y a mis conocidos, y con pequeños fragmentos los hacía reír y llorar. Siempre creí que mi padre terminaría escribiendo su propia historia y un día nos dijo a mí y a mis hermanas que no haría un texto sobre su infancia. Entonces, lo que decidí hacer fue grabar pequeños fragmentos de lo que él me contaba, para tener un registro y no olvidar detalles, y de esta manera, posteriormente hacer el libro”.
Julek nace en el periodo del Crack del 29, sus padres, comprometidos con su causa, lo entregan a sus tíos para continuar con su activismo, a los cinco años lo envían a un orfanato francés para evitar las purgas estalinistas. “No me acuerdo como tal de la primera vez que escuché de la historia de mi padre, era muy pequeña, además, mi madre también vivió una infancia sumamente interesante y peculiar. Entonces, en mi niñez siempre se mezclaban las historias”.
Sin embargo, cuando Joanna se dio cuenta de la fuerza y del impacto de esta historia, fue cuando se las platicaba a sus amigos, en su juventud, “yo veía que las historias de los padres de mis amigos no eran banales, pero sí muy lineales, en Quebec no tenían gran cosa qué contar y fue ahí cuando me di cuenta de la gran fuerza que tenían los relatos que habían vivido mis papás”.
Sobre lo que más le llega al corazón de la infancia de su padre, explica la autora que fue la relación de él con su madre, “ella nunca fue muy maternal y mi padre realmente tuvo que construirse él solo”. Alguna ocasión su mamá fue a visitarlo al orfelinato donde se encontraba, pero la comunicación fue muy difícil porque él ya estaba adaptándose al idioma francés y ella solo hablaba el polaco. Cuando Julek se enteró que estaba lista la historia, de principio se mantuvo un poco indiferente, pero cuando se dio cuenta del impacto que había logrado con la publicación del texto, entendió la trascendencia. Él es profesor jubilado.