Derrumbar las certezas de la maternidad
La escritora Guadalupe Nettel habla sobre su más reciente novela, “La hija única”
En “La hija única”, la novela más reciente de Guadalupe Nettel, nada es lo que parece y la única certeza que existe es la incertidumbre. Contada en primera persona, la narración cuenta, como historia central, el destino funesto de una bebé: apenas nazca, morirá por problemas congénitos. Sin embargo, y como las historias paralelas, ese destino no se cumple.
Una historia que deconstruye las maternidades por medio de ese hilo conductor: saber que sé será madre e inmediatamente después se perderá al hijo.
En entrevista con la autora, cuenta que el detonante para escribir la obra fue una experiencia cercana. “La columna vertebral del libro era la historia de Alina, de su pareja y de su hija. Fue complicado narrar la historia porque vas con muchísimo más respeto, sobre todo si hay cariño. Yo tenía ganas de protegerlo. A veces he escrito desde el rencor o con ánimo de venganza con otras personas y personajes, peor aquí no salía eso. Por un lado, yo tenía que cuidar lo que estaba diciendo para respetar la experiencia que ellos habían tenido, su historia, lo que me habían contado. Y tenía que cuidarme de mi propio prurito y de mi propia contención, ir más a fondo y exponerlos más. Finalmente son personajes de un libro. Tuve muchísima suerte porque de quien tomé tomada la historia me dio esa libertad”.
Además, en “La hija única”, la noción de familia tradicional es puesta en duda. Nettel, a lo largo de la obra, va derruyendo los constructos que ha impuesto la sociedad tradicional. Aquí ya no sólo es padre, madre e hijos, sino que se expande e incluso, se juega con la idea de la apropiación de crías ajenas por medio de unas palomas que empollan un huevo de una especie ajena.
“Se trataba de decir que la naturaleza misma está llena de variedad, hay animales que cuidan, las hembras o los machos, de sus crías; hay parejas monógamas hasta la muerte; hay especies donde un mismo individuo es macho y hembra a lo largo de su vida…si la naturaleza nos muestra toda esa gama de posibilidades y configuraciones, por qué acotarnos a está tan aburrida y limitante familia biológica como es padre, madre e hijos. Además, la propia experiencia nos muestra que la familia es más que los lazos biológicos. Siempre hubo alguien cuidando de ti que no compartía tu ADN. Siento que en México pasa aún más: somos familias extendidas que no tienen nada que ver con la biología. Meter ahí a la naturaleza era una forma de decir, es natural hacerlo de otras maneras, no cómo nos dicen que deben de ser”.
La comida como aglutinador
En México, la maternidad casi siempre es vista como responsabilidad de cuidados y alimentación.
Las madres son las encargadas de preparar los alimentos para cada ocasión: ya sea para mitigar alguna tragedia o para celebrar ocasiones especiales.
Para Guadalupe Nettel, la presencia de los alimentos en su novela, llegó sin esperarlo, pero una vez ahí, se potenció. “Me doy cuenta que está muy presente la comida. Para mí lo que se cocina en una casa, lo que come la gente, lo que te prepara otra persona, es un símbolo del cuidado que te ponen. Ya sea de atención o de cómo nos contenemos. Cuando hay abandono de parte de uno los personaje, no físico pero sí mental, deja de cocinarle, por ejemplo”.
JL