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Tortugas de Mauritania se encuentran en peligro de extinción

Mauritania busca proteger este grupo de especies

NUAKCHOT, MAURITANIA (01/AGO/2011).- Unos se las comen y otros las matan para usar su caparazón como amuleto de lucha: las tortugas de Mauritania, un animal exótico en este país, están en peligro de extinción y una insólita "reserva de tortugas" ha aparecido para salvar la especie.

Raras veces domesticada por la población pese a su carácter apacible e inofensivo, la tortuga terrestre se encuentra en grave peligro de desaparición en este país desértico con muy pocas zonas húmedas donde la especie puede sobrevivir.

Sin embargo, en la capital, Nuakchot, existe una insólita y pequeña reserva de tortugas cuyo objetivo no es, como algunos creen, proveer al mercado de la preciada carne de este reptil.

Al contrario, se trata de proteger esta especie, explica Bamba Uld Sueidatt, presidente de la Asociación Dbagana para el Desarrollo y la Protección del Medio Ambiente (ADDPE, en sus siglas en francés), propietario de la pequeña reserva.

"La idea nació hace 10 años, cuando, paseando por la sabana, encontré a dos hombres que cocinaban a una tortuga para el almuerzo y ataban a una segunda para comérsela más tarde", señala Sueidatt.

Estupefacto ante aquel "macabro espectáculo", Sueidatt decidió liberar a la tortuga que aún estaba viva sin importarle el precio que hubiera que pagar, y consiguió finalmente comprarla por 17 mil uguiyas (42 euros), una suma importante para la época.

Ese ejemplar se convirtió en el primero de la futura reserva, instalada sobre una superficie de tres mil metros cuadrados, y que cuenta actualmente con una veintena de hembras reproductoras, que han alumbrado entre 150 y 200 pequeños ejemplares.

Sueidatt, jefe de servicio jubilado del Banco Mundial, emprendió entonces una campaña de colecta de animales, ya fuera en la naturaleza o a través de donaciones y ventas de terceros, según él con el único objetivo de prestar ayuda a estos especímenes que se encuentran indefensos ante depredadores implacables.

Dentro de la pequeña reserva, las tortugas pueden refugiarse durante la hibernación en la intimidad de jaulas especiales construidas con cemento o provistas de rejas, y los animales han cavado largas zanjas que utilizan para desplazarse sin salir de ellas.

Para crear las mejores condiciones de confort, Sueidatt dispuso además una fuente artificial que filtra el agua de arriba abajo para crear una especie de estanque, y numerosos árboles frutales y varios conejos contribuyen también a simular su hábitat natural.

Los costes de la alimentación y cuidado de estos animales ascienden a entre 250 mil y 300 mil uguiyas (entre 623 y 747 euros) cada mes, que asumen por completo la ADDPE con el único apoyo del Fondo para el Desarrollo Mundial de las Naciones Unidas.

Estos reptiles se suelen acoplar cada año alrededor del mes de julio, cada hembra pone de media medio centenar de huevos en dos veces, separadas un mes aproximadamente, y la incubación tiene lugar dos meses después.

Sueidatt agregó que a la edad de 10 años los ejemplares adultos (unos sesenta al año) son liberados en un entorno natural con hierba, para que las tortugas puedan acomodarse a su nueva situación fácilmente.

El mayor riesgo que corren estos animales al entrar en contacto con el hombre es quedar patas arriba, sobre sus caparazones, ya que muy difícilmente consiguen darse la vuelta, y en la mayoría de casos, pierden la vida.
La minigranja recibe a menudo visitas de investigadores y de universitarios deseosos de estudiar las tortugas, así como a niños curiosos por ver a estas criaturas viviendo en grupo con sus crías.

En raras ocasiones, el presidente de la ADDPE acepta donar tortugas adultas a personas que aducen razones de salud; según algunas tradiciones, la proximidad de una tortuga cura el asma.
Por otra parte, ciertos luchadores supersticiosos se proveen de un trozo de su caparazón para asegurarse la victoria en combate en la lucha tradicional mauritana.

Sueidatt aspira a trasladar su minireserva a un terreno de 120.00 metros cuadrados que posee a 160 kilómetros al sur de Nuakchot, pero no dispone de materiales que le permitan acondicionar un espacio adecuado, sobre todo, con un pozo de agua y árboles.

Y es que la salud de las tortugas puede verse comprometida en su ubicación actual por la proximidad de talleres mecánicos y el riesgo que supone para el medio ambiente el vertido de sus lubricantes.

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