Tecnología
Cumbre de Seúl buscará restaurar la confianza resquebrajada por Fukushima
Al margen de las consecuencias humanas y medioambientales, el tsunami dejó las instalaciones de Fukushima Daiichi expuestas y ello obligó a extremar la vigilancia
La crisis que el devastador tsunami de marzo de 2011 desencadenó en la planta nipona de Fukushima Daiichi hizo que los conceptos tradicionales de seguridad nuclear se tambalearan y, al mismo tiempo, agrietó la confianza pública en las centrales atómicas.
Por eso, se espera que el encuentro de Seúl ponga sobre la mesa medidas para tratar de restaurar esta confianza y potenciar la sinergia entre la seguridad en las plantas de energía atómica y la seguridad contra los delitos nucleares.
En los encuentros preparatorios de la cumbre, que toma el relevo de la celebrada en Washington en 2010, los representantes de los cerca de 50 países participantes han hecho hincapié en la necesidad de que el documento que salga de la reunión plasme las lecciones aprendidas de Fukushima.
Al margen de las consecuencias humanas y medioambientales, el tsunami dejó las instalaciones de Fukushima Daiichi expuestas y ello obligó a extremar la vigilancia para prevenir "actos de terrorismo nuclear" relacionados con el material radiactivo, según explicaba a Efe el superintendente de la Policía de Fukushima, Masami Watanabe.
En la actualidad, una patrulla preparada para operaciones especiales vigila 24 horas al día las maltrechas instalaciones con el fin de prevenir una amenaza de este tipo, surgida en un escenario que, antes de la triple catástrofe que sacudió Japón, buena parte de la industria nuclear no consideraba verosímil.
En este contexto, la próxima cumbre servirá también para que los países participantes expongan las nuevas medidas adoptadas individualmente al calor de la crisis de Fukushima, que evidenció la necesidad de dejar atrás el secretismo del sector y compartir experiencia y formación técnica.
Precisamente con este objetivo Estados Unidos, los países de la Unión Europea y Rusia anunciaron recientemente su decisión de abrir a otros países los centros en los que entrenan a los responsables de garantizar la seguridad de las instalaciones nucleares.
También Corea del Sur ha publicado sus planes de crear en 2014 un gran centro de formación para funcionarios nucleares de otros países, mientras que el propio Japón, en plena lucha para afrontar los efectos de la crisis, prevé una serie de iniciativas basadas en las enseñanzas de Fukushima.
Entre ellas está el proyecto de convertir la provincia epicentro de la crisis en un gran centro de seguridad nuclear con un instituto internacional, que cuente con especialistas en protección atómica y medicina radiológica y sirva como espacio de formación de profesionales en la materia.
Pese a la conmoción que supuso para la industria el desastre en Fukushima, en la actualidad la gran mayoría de los países han reanudado sus proyectos de construcción de reactores nucleares.
Según cálculos de la industria atómica, para el año 2030 la capacidad de generación nuclear global pasará a 600 gigavatios, de los 400 gigavatios actuales.
Garantizar la seguridad de los materiales peligrosos como uranio altamente enriquecido y plutonio, generados en la energía nuclear de uso civil, es el objetivo primordial de la Cumbre, que podría contemplar también por primera vez la seguridad relativa a otros productos radiológicos, como los de equipos de hospitales.
Se espera que durante los dos días de reuniones haya, además, anuncios relativos a programas de reconversión de uranio altamente enriquecido, en línea con lo ocurrido en Washington, cuando Ucrania se comprometió a deshacerse de todo su uranio de alto grado en dos años.
En aquella primera cita de seguridad nuclear, los cerca de 50 países asistentes mostraron su intención de asegurar su material radiactivo en el plazo de cuatro años, y en Seúl se busca que este compromiso voluntario quede reflejado en un plan concreto.
Al encuentro de Seúl acuden las naciones que participaron en el de Washington, a las que se han sumado Dinamarca, Lituania y Azerbaiyán, y representantes de la Unión Europea, la ONU, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Interpol.
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