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La estación de Sayula

Al Oriente de Sayula se encuentra su fabulosa y legendaria estación.
Una radiante mañana, Andrés Ortiz, Diego y yo nos encaminamos contentos a Sayula. Después de unos pastizales de alfalfa, llegamos al poblado de bizarros portales góticos, pasando la zona militar y la simpática anima, dimos vuelta a la izquierda en el segundo semáforo, por el camino a Amatitlán, luego de la primera cuadra, Diego señaló y dijo: “la estación papá, la estación”.

El 26 de septiembre de 1898, se le otorgó la concesión del ramal a Colima, al Ferrocarril Central Mexicano. Los tendidos de vías iniciaron en Guadalajara en dirección sur, al iniciar el siglo pasado y el 10 de junio de 1901, los sayulenses atisbaron con desbordante emoción, el primer ferrocarril, en la orilla poniente de la Laguna de Sayula, procedente de Cofradía, no era un espejismo, era el imponente y maravilloso tren, conforme se acercaba el regocijo de sus espectadores crecía, antes de llegar a la estación pito con alegría. A la una de la tarde llegó a Sayula.      

Federico Munguía Cárdenas citó: “El trascendental hecho se celebró, con gran entusiasmo: una comisión de vecinos distinguidos estuvo a recibir a los pasajeros que, en su mayoría eran sayulenses residentes en Guadalajara y otros lugares, conduciéndolos a la casa del licenciado Severiano Pérez Jiménez, donde fue servido un banquete, brindándose hasta las cinco de la tarde. Por la noche hubo serenata y fuegos artificiales en la plaza de armas, por la mañana, al día siguientes, paseo en el portal; en la noche, un elegante baile y, al tercer día, miércoles, un recibimiento… por la tarde una corrida de toros, en la que figuraron como reinas las señoritas Margarita González, Emilia Gómez y Cecilia Núñez”.

Volviendo a la estación, dimos unos pasos para apreciarla, se encuentra delimitada por una vía al oeste y otra al este, a lo largo de la estación, la sala de espera con tres claros por lado, comprendidos por columnas, que sostienen estructuras triangulares, reforzadas por polines y arriba el techo a dos aguas, abajo un letrero que reza: “SAYULA”.

 Varios vanos fueron tapados, entre ellos, la ventana de la taquilla y paquetería, que se asoma a la sala. En la fachada este, miramos el fabuloso saliente de la oficina del jefe de estación, con ventana en cada uno de sus tres lados, era el mirador de la llegada del tren, el jefe sacaba de su chaleco su reloj ferrocarrilero (Elgin) y aguardaba al puntual tren, se evoca al jefe, José R. Ayala. Unos andenes suben a las bodegas, dos ventanas circulares les brindaban luz. Caminamos pausadamente alrededor de la estación, admirando cada fachada desde diferentes ángulos, cada fachada con su atractivo propio.

Para 1904, el ramal llegaba a Tuxpan, y para el 23 de octubre de 1908, la maquina número 514, con sus carros arribaron a la ciudad de Colima. En el tren iba mister Lewvis Kingman, jefe de ingenieros. El día 29 del mes referido, el ferrocarril continuó a la estación de Manzanillo. 
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