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Sergio Garval... rapsodia de creación

El artista regresa a las salas de exhibición de Guadalajara con Sanctasanctórum, la consolidación y madurez de su carrera

GUADALAJARA, JALISCO (04/JUN/2011).-  Por más de 20 años, las manos y mente de Sergio Garval han creado cerca de 800 obras, quizá mil, no sabe con exactitud cuántas son. A sus seguidores no les importa la cantidad, sino la calidad y excelencia que regala en cada pintura.

Actualmente, las pinceladas de este artista se encuentran en la exposición Sanctasanctórum en el Instituto Cultural Cabañas (ICC), colección que abarca 50 piezas y que permanecerá montada hasta el 30 de junio.
Garval contempla el lienzo, no tiene un tamaño ideal pero prefiere los de gran formato. Antes de lanzar el zarpazo de color prepara bocetos, imagina, visualiza, analiza y profundiza.

“Me gusta sentarme un momento frente al lienzo, reflexionar por dónde voy a comenzar. Pinto con cierta facilidad, hay una naturalidad a través de la experiencia. No siento tanto estrés, la obra me invita a que vaya atacándola y trabajándola en los diferentes puntos que me va pidiendo”.

Puede tardarse tres semanas para terminar una obra, todo depende de las necesidades de los personajes próximos a nacer en la tela.

La formación profesional de Garval inicia en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara. En 1994 presenta su primera exposición en solitario, Pasajeros, en la Galería Jorge Martínez. Recuerda que al inicio su influencia se regía por los muralistas de la Escuela Mexicana de Pintura (Diego Rivera,  David Alfaro Siqueiros, etcétera), teniendo como referencia al humanismo, las cuestiones sociales y expresionistas, guiándose siempre con una fuerte tendencia en los colores, la expresión de las imágenes y el gran formato.
“En los elementos hay interés de hacer una vinculación entre el individuo contemporáneo en un contexto muy cotidiano y cercano, pero los llevo al extremo, a la obsesividad. La obsesión de acumular esos elementos en un nivel absurdo o grotesco”.

Garval identifica una evidente evolución en su pintura, pues a lo largo de su trayectoria su percepción del mundo ha cambiado gracias a su acercamiento a otras disciplinas como el cine y la música, además de diversas experiencias acumuladas en viajes y reflexiones sobre él mismo.

La obra del tapatío se caracteriza por la saturación: mares de coloridas flores, muñecos radiantes y sonrientes, televisores, colchones, maletas y, sobre todo, rostros, poses y actitudes de seres que se rodean de una atmósfera melancólica y estridente.

Sergio no desperdicia nada, cada centímetro del lienzo contiene algo, un sentimiento o crítica, una experiencia o un anhelo.

“Cada obra tiene sus peculiaridades en cuanto al manejo de los silencios o de los espacios saturados; tiene una razón plástica de equilibrio y composición para que de alguna forma cause sensaciones o emociones a partir de un recorrido visual, espacios de vacíos y soledades, de fragilidades donde los personajes y objetos están inmersos en un escenario que está funcionando como parte de un elemento protagonista”.

Garval compara su trabajo con una pieza musical, con momentos estridentes, “muy sonoros, con mucha fuerza; hay otras partes en las que el complemento es el reposo del silencio para llegar a un punto de descanso”.

Libre de obsesiones

El pintor destaca su desprendimiento de los espacios físicos y del tiempo: aprendió a no obsesionarse, a no visualizarse en los galerías y foros más aclamados por el rubro artístico.

“Cuando te obsesionas por un espacio, violentas los procesos. Me siento bien conmigo, estoy en equilibrio, la satisfacción la giro a partir de mi trabajo. Trato de no obsesionarme, ni de aferrarme a un espacio, ni a un proyecto en particular. Las cosas se tienen que dar de manera natural para que sean agradables”.

Su primer contacto con la pintura fue a la edad de ocho o nueve años. Los crayones y lápices fueron cómplices en su desarrollo artístico, disciplina que se convertiría en su “proyecto de vida”, su visión y forma de comunicarse al exterior.

“Es más allá de una profesión y un trabajo, todo lo que gira a mi alrededor está enfocado a desarrollar una producción, una introspección de reflexiones”.

Gracias a su talento artístico, aprendió convertirse en un observador de la realidad para así poder captar cuestiones sutiles o interesantes y plasmarlas en su obra. “Desde niño ha sido mi incursión, es lo que conozco y sé hacer. Llega un punto que estás tan embebido que no hay otra cosa, ésto es lo que eres”.

“El hijo ausente”

Sergio Garval considera que Sanctasanctórum es el capítulo en su carrera que lo retorna a los foros de la Perla Tapatía, a la tierra donde conoció a sus guías de vocación y técnica, como lo  fueron el acuarelista Alfonso de Lara Gallardo, el dibujante Jesús Mata, Jesús Carrillo Tornero, académico de la Universidad de Guadalajara, Enrique Rico y Jorge Martínez, entre otros.

“Estaba como ‘el hijo ausente’, duré muchos años sin exponer, inicio un ciclo muy importante. Curiosamente representa la síntesis de muchas exposiciones que hice fuera de la ciudad”.

Arriesgar más allá

Sergio Garval afirma que en Guadalajara hay mucho talento artístico, pero considera que faltan estructuras de estudio y técnicas en algunas disciplinas.

“Hace falta tomar riesgos, asumirse con estándares más ambiciosos, empezar a hacer proyectos grandes, de mayor alcance y trascendencia; eso implica estudio, recursos, desgastes, más tiempo en el proceso. Apostarle a que la obra empiece a trascender fronteras, quitarse de las comodidades que implica estar cobijado por tu ciudad”.

Bajo el pincel

Sanctasanctórum es el reflejo de la modernidad, un momento de plenitud y madurez desde la técnica y temática, crítica y retroalimentación de su carrera.

Aquí presenta personajes únicos y no personas que intentan acercarse a la realidad social del ser humano, a los espacios vacíos y momentos de gloria en cualquier etapa de vida.

“El punto central son los personajes que están en una búsqueda existencial, filosófica. Me gusta situar su condición de fragilidad en diferentes escenarios y contextos, para confrontarnos con ellos y generar reflejos e interpretaciones”.

En Sanctasanctórum hay piezas que formaron parte de exposiciones presentadas en Monterrey, Oaxaca, la Ciudad de México, Zacatecas, Puerto Vallarta, Miami, Santa Fe (Nuevo México) y Nueva York.

Son seis las salas del Instituto Cultural Cabañas que resguardan su creación y peculiar forma de ver el mundo, que a lo largo de 10 años –de manera individual– ha reclutado a través del óleo, la madera, la tinta, los metales oxidados, los grabados y cuanta cosa le permita expresar su sentir y llegar a la consciencia del espectador.

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