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Mujeres que dejan huella
Guillermina Ortiz de Padilla
A su esposo, “El Chato” Padilla y sus hijos, Claudia y Javier, reciban este sincero homenaje de mi parte y a nombre de todas aquellas amigas que la quisimos. Estos fueron los lazos más fuertes y prioritarios de su vida: su familia.
Guillermina nació en Ciudad Guzmán, amiga predilecta de Juan José Arreola, escritor que le decía: “no seas tan exigente en tus escritos, no corrijas tanto, nada te va a llenar totalmente”. Estudió letras con Ernesto Flores, Premio Jalisco de Letras, y tomó talleres y cursos intensivos con Monsiváis y Agustín Monreal.
Este tributo va también para sus letras en este 8 de marzo en que se celebró el Día Internacional de la Mujer. Fue escritora talentosísima, así como colaboradora de este periódico, El INFORMADOR, además, también participóen el diario El Sureño. Aparece en la Antología del Cuento Jalisciense y del erótico, ganando un concurso en el diario Uno Más Uno, con El Espejo. Creadora de innumerables manuscritos, no era afecta a la tecnología. Sus cuentos: Andrea, Flora, Cuento de Navidad, La Corza o la Venada, fueron editados y reconocidos.
Acababa de hablar con ella y le pregunté si ya había finalizado su libro, mismo que tenía trabajando durante algunos años, me dijo: “Sólo estoy atrancada con un cuento, pero lo terminaré”. Espero que éste como haya quedado pueda ser editado en memoria de ella, y para placer de los lectores. Mujer aguda de pensamiento, de esplendido lenguaje, intensa, rebosante de vitalidad, de ingeniosa inteligencia, con una exquisita ironía, sin caer en la mordacidad, la modulación de su voz era seductora y una excelente conversadora. ¡Cómo vamos a extrañarte!
Guillermina se inicia estudiando letras desde pequeña. A los 12 años incursiona en la escritura eminentemente costumbrista del pueblo. Su maestro Don Alfredo Velasco la motiva a escribir, vocación heredada de su madre. Decía: “Ser sensible es un don, pero de dos filos, porque gozas y sufres mucho y conlleva grandes sacrificios y enfrentamientos”. Esta característica supo plasmarla en sus escritos. Dudo que si ella no hubiese tenido esta pasión, hubiese escrito.
En su misa celebrada el día 6 de marzo a las 15:00 horas en el Templo de los Xaverianos, por su director espiritual Humberto García Bedoy, hubo un momento en que él no pudo contener las lágrimas. Ella le tenía mucho afecto, constantemente hablaba de él. La homilía que se leyó fue la parábola del hijo pródigo, dándole el sentido de que sólo estamos de paso en esta vida como pródigos, y el auténtico regreso está en la casa del Señor.
Nada existe que consuele en estos momentos a su tan apreciable familia… solo queremos estar en comunión con su dolor, todas aquellas que la quisimos.
Guillermina fue una gran mujer en todos los aspectos de su vida, supo ser: esposa, madre, abuela, escritora y gran amiga.