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Mujeres que dejan huella

Luz María Castañeda y la Escuela de las Niñas Ciegas, Segunda parte

GUADALAJARA, JALISCO (03/DIC/2010).-  Luz María Castañeda, relata: “para 1963, estaba en prácticas profesionales y no alcanzaba a percibir las letras. Estaba deprimida,  la pregunta de una maestra: ¿Luz María, no has pensado en los que no ven nada? No era la única”. Esto la motivó a terminar su tesis sobre Invidencia y Educación.  Estudió braille para ser maestra. Trabajó dos años para el Instituto de capacitación para el niño ciego,  para hombres.

Teresa Campos de Ugarte, le dijo: “¿Qué haces aquí, Luz María, en el Instituto? Trabajar señora, ¿dónde están las niñas? Y le dijo: Yo te ayudo a formar una escuela para niñas ciegas, gratuita”. Le tomó la palabra.
Empezaron en su casa, pasaron al Templo de San Miguel del Espíritu Santo, en 1970.  Las ciegas las  tenían escondidas en sus casas, doña Teresa, la presentaba como maestra de braille, ofreciéndoles estudiar.
Reunieron un grupo de 11 alumnas. Su único contacto era la radio,  toda información venía por este medio y lo aprovecharon para invitar mujeres de zonas rurales, pueblos, y otros estados. Pasaron a Pavo;  Conchita Camarena donó 10 mil pesos, pagando con esto 10 meses de renta, su hija Milagros, ciega, estudió en el colegio.

Enseñanzas: baile, cocina, manualidades de flores de papel, tejer, bordar, natación, todo esto con apoyo de un grupo de señoras altruistas. “Esto me hace recordar la mejor época de mi vida”.

Las personas subestimamos a los discapacitados. Montaron una casa de asistencia, así, las alumnas que venían de fuera, tuvieran donde quedarse. Importante para el invidente es recuperar su autoestima y tener confianza en si mismo.

Llegó  en 1970 Agustín Cedeño, “quiero ayudar”. Tomaron cursos juntos para la preparación de las alumnas, era su pretendiente y se casaron a los 29 años en 1974. Salió de la escuela y atendió su hogar.  Tenía que tomar muchos medicamentos y sólo podían quitarle los anticonceptivos. Quedaría embarazada. Agustín, quería ser padre, las razones médicas fueron concluyentes, su papá decidió que fuera operada. “Comprendí que Agustín, quería tener una familia, esto acabó mi matrimonio”.

En 1972 la escuela contaba con 72 alumnos, insuficiente el espacio, se formó un patronato para solventar las necesidades. Elaboró un documento y la respuesta llegó a través del IJAS. Zapopan donó un terreno en La Calma, para la construcción: “Escuela de niñas ciegas de Guadalajara”, en 1972. Con tres planteles para clases, biblioteca, oficinas, comedores, enfermería, baños, rehabilitación, concluido para 100 alumnas. El Club Rotario de Guadalajara, donó la alberca. Inaugurado en 1973. Posteriormente nace el internado, con seis habitaciones y 60 alumnas. Compuesto sin distingo de clases sociales, edades o religión.

Se incluyó doblado de sobres, enjaretado de bolsas y el dinero recabado era para beneficio de las alumnas. En la tarde convivían con sus familias. Luz María quería salieran al mundo sin necesitar ayuda.

“No hemos querido convertir la escuela en un internado de invidentes limitados, deben vivir en un ambiente normal y desarrollarse en  sus ámbitos sociales”.

En marzo de 2009, cumplió 46 años con esclerosis múltiple, no puede caminar, su vista ha desaparecido casi por completo. Desea tener un trabajo, que la mantenga útil.

Su labor culminó con la primera “Escuela para niñas ciegas de Guadalajara”. Existen 690 generaciones que han completado sus estudios de primaria.

“Dejé la institución, perdí mi esposo, me he arrepentido. Agradezco eternamente la oportunidad que me dieron para que en Guadalajara, las mujeres invidentes puedan seguir en el mundo que las espera”.

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