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Mujeres que dejan huella

Juanita González, catequista de Jesús crucificado

GUADALAJARA, JALISCO (06/AGO/2010).- La orden de las Madres de Jesús Crucificado, ubicada en la Colonia Chapalita, tiene entre sus cometidos evangelizar en sitios remotos, como en la región del Chad en África. La madre Juanita, originaria de Atotonilco, Jalisco, con 18 años en el convento, trabaja en la comunidad de Dono-Manga, en la diócesis llamada Lai. Se desempeña en la línea humana, cristiana y de formación integral para mujeres, hombres, niños.

¿Cuándo te fuiste al Chad?

Llegué en el año 2004. Mis prioridades fueron ver la realidad, sensibilizarme, conocer la cultura, tradición y lenguas. Los siguientes cinco años me he dedicado a la promoción de la mujer y su desarrollo.

¿En qué consiste la promoción de las mujeres?
En enseñarles el francés para que puedan vender sus productos, cremas y jabones; sólo hablan la lengua local: el Ngambay. Lenguas: el árabe, para el comercio. Ngulayo, para una tribu. Ngabay, para asuntos religiosos .Nngabri para otra tribu. Ndam, la zona musulmana. Procuro hacerlas valer por ellas mismas, dándoles confianza, formación y valorarse como un aporte esencial a la cultura. Las mujeres son marginadas y trabajan mucho, llevan el rol del hogar y son compradas por la dote. Entre más preparadas estén, menos posibilidades tendrán de ser vendidas.

¿Formación?
No sólo consiste en la línea humana, sino que sean capaces de hablar y dirigir sus reuniones, porque es el hombre quien tiene la última palabra . Que puedan administrar una comunidad y tener voz en su propia casa; desarrollar su potencial humano, cristiano, social, político. Se ha logrado que exista el censo y apenas se sabrá cuántos somos.

¿Cultura?
Vivimos mucho la escisión... La escisión es un rito de iniciación que consiste en el corte de los labios y el clítoris de la mujer. Con la formación y cultura queremos lograr que la mujer sea liberada del peso de esta tradición.

¿Por qué elegiste África?
Había leído libros sobre la historia de la colonización y  se me preguntó si quería ir, porque tenemos tres casas en el Chad, y mi ilusión era conocer otras razas. Una casa está en Dono-Manga, es muy pobre y está en  una zona del desierto. Otra, en la ciudad Dobá, y Bendomé que pertenece a la misma diócesis. Cumplimos 15 años de presencia de nuestra congregación en el Chad y somos nueve madres.

¿Población?
En mi comunidad tenemos 60 mil habitantes repartidos en 133 comunidades, en 15 sectores; ésa es la población que abarcamos.

¿Los ingresos?
Una parte es por la congregación de las hermanas catequistas de Guadalajara con su trabajo de imprenta, casetes, libros para formación de catequesis y donativos que aportan para la misión.

¿Religión?
La musulmana es el 50%, y apenas cinco mil cristianos, entre católicos y protestantes, de una población de 60 mil. Cuando vamos a las comunidades el punto fuerte no es la religión, sino la comunión entre todas las personas y religiones. Tocamos los puntos esenciales de la persona: la vida, el hambre, agua, salud, educación, y después vendrá la religión. Existen más los ritos de sacrificios y creencias en los astros.

¿Clima?
De diciembre hasta julio tenemos calor de 50 grados. Y tres meses de lluvia, si es que llueve.

¿Te has arrepentido de haberte ido?
Llevo siete años allá, tenía tres años sin venir de vacaciones. Me regreso contenta, ha sido una experiencia que me ha ayudado mucho: Compartir lo que soy con la gente y aprender de ellos la manera de vivir, sin tantas cosas para ser feliz. África me ha enseñado a vivir mi vida cada momento, el periodo de vida es de 40 años. Abrirme a otras mentalidades, maneras de vivir, creer, no sólo mi fe cuenta, sino compartir con la gente un mundo que nos hace ser personas.

mayalemus@hotmail.com

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