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La propuesta francesa

Los autos eléctricos no son para cualquiera, ni siquiera en el primer mundo

GUADALAJARA, JALISCO (11/OCT/2014).- La movilidad está cambiando y los autos que ya no usan motores de combustión interna son cada vez más numerosos. Renault, por ejemplo, tiene cuatro vehículos eléctricos, pero entre ellos es el Zoe, el más distinto. Y para saber cómo es convivir con uno de ellos, lo tuvimos en París por tres días.

Antes de describir nuestra experiencia, hay que hablar un poco del auto. El Zoe es un hatchback que se construye en la misma línea de producción que el Clio. Usa sólo baterías para moverse y su conducción es suave, sólida y de arranque rápido. Esto se debe a que los autos eléctricos tienen la entrega del torque de forma inmediata, sin la necesidad de los que usan máquinas de combustión de esperar a que se alcance determinadas revoluciones. La velocidad máxima es limitada a 135 km/h, por la necesidad de cuidar la autonomía, que es de 150 kilómetros en condiciones normales de manejo. El Zoe, como todo auto eléctrico, es una opción urbana.

En América Latina, incluso en Estados Unidos, la infraestructura para cargar esos autos es muy limitada. Pero en Europa, la literatura dice que hay cada vez más puntos de carga, pero nunca lo pudimos realmente comprobar, sino todo lo contrario.

Carga difícil

Tomamos el Zoe un viernes por la tarde, con carga completa. En la cajuela había un cable con seis metros de largo para cargar el auto. Sin embargo, no tenía un enchufe normal como el que se usa en las casas.

Era necesario encontrar uno que funcionara con él. Cerca del hotel donde estábamos hospedados, a tan solo una cuadra de la avenida de mayor movimiento en París, Campos Elíseos, encontramos un estacionamiento que contaba con una toma para carga. Sin embargo, la pantalla del auto decía que el sistema no era compatible. Como aún nos quedaba 90% de batería, usamos el Zoe para algunas vueltas por la ciudad, tomar fotos y hacer videos antes de regresar al estacionamiento cercano al hotel.

Anduvimos en total alrededor de 70 kilómetros con el Zoe cuando lo regresamos a las oficinas de Renault. La computadora indicaba una autonomía de 60 kilómetros.

Como producto, el Zoe nos convenció. Es cómodo, obviamente silencioso y la ausencia de vibración del motor transforma la experiencia de manejo en algo muy agradable. El que lo compra debe entender que la batería no está incluida y hay que pagar una renta cercana a los 70 euros (alrededor de mil 300 pesos) mensuales por ella. Puede parecer un mal negocio, pero en la hora de renovar la batería, la parte más costosa del auto, el cliente no pierde nada. Renault la cambia y la renta sigue pagándose.

Si se vive en París y se tiene en casa instalada una central de carga, que cuesta cerca de 18 mil pesos, el Zoe puede ser una buena opción. El coche puede ser cargado completamente en 7,5 horas en una toma de 110 voltios. O en menos de dos horas en una estación de carga rápida. Pero aún hay que hacer sacrificios, planear rutas y estar seguro que con la carga que se tiene, es posible llegar a su destino. Cuando lo manejamos, sin una estación de carga, tuvimos que dejarlo estacionado (a un costo de 700 pesos por día) y usar el metro para ir un poco más lejos. Tal vez esa sea su verdadera vocación ecológica, el hecho de que con frecuencia habrá que dejarlo estacionado y usar el transporte público.

Sergio Oliveira / París
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