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Explorando el mundo
Viajar de compras
Hay una emoción especial, por volar a una ciudad predilecta de cualquiera de los Estados circunvecinos a la frontera con México, y dedicarse varios días a ir de “mall en mall” viendo que comprar. Es una manera muy peculiar de viajar. Es un placer que disfrutan familias enteras, especialmente las mujeres.
La familia Sánchez se fue a San Antonio en su auto, para ir de compras de Navidad y se pasaron tres días en el famoso centro comercial de San Marcos hasta que adquirieron todo lo que deseaban.
La señora Gómez se fue con sus tres hijas a San Diego, simplemente a comprar sus regalos de navidad y a surtirse de todo cuanto les hace falta.
En realidad son miles de personas las que hacen este tipo de trayectos a la frontera o a cualquier otra ciudad, con tal de comprar algo novedoso o supuestamente más barato y de mejor calidad.
De cualquier manera es un turismo muy particular, porque el objetivo del viaje es ir de compras. Y hay gente que le fascina y a otra que verdaderamente le resulta deplorable.
Conozco a una señora que va dos veces al año de compras a París, para traerse prendas muy selectas y venderlas entre sus amigas, y hasta eso le va bien con cada viaje. Amén con que se las ingenia, para pasar la aduana sin ni siquiera despertar sospecha alguna de su distinguida mercancía, pues siempre la hace pasar como atuendos personales, en caso de tocarle un semáforo rojo.
Para muchas mujeres es el sueño dorado irse de compras con una tarjeta de crédito que va a pagar su marido sin que existan reclamos y con un amplio margen. Aunque en general el presupuesto suele ser muy limitado la gente que hace ese tipo de viajes, compra y compra sin nunca agregarle al precio de lo adquirido, todos los gastos del viaje, sólo le gusta quedarse con la idea de que le salió más barato que aquí.
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