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Cables por doquier

GUADALAJARA, JALISCO (31/OCT/2010).-  Si algo se ve espantoso en las calles y avenidas de nuestra ciudad, son los miles de cables que cuelgan despiadadamente  en  cualquier lugar.

Algo urgente tenemos que hacer  para erradicar semejantes fealdades de nuestra vista. Porque vaya que es una contaminación  indiscutible, hay se dan con los anuncios y letreros que inundan nuestro campo visual.

Lo peor del caso  es que ya nos acostumbramos a ellos y ni importancia les damos. Simplemente allí están sin que reclamemos su presencia. Es más, hasta nos hemos dado el lujo de permitir que prolifere esta contaminación, dejando que crezcan los sistemas de televisión por cable, que han incrementado la colección de fealdades.

Basta  con que recorra un  poco la ciudad con la mirada hacia arriba, para que se percaten del tamaño de problema que tenemos que resolver. Bueno hay esquinas que verdaderamente son un enjambre de cables de todo tipo, enredados unos con otros haciendo un espectáculo de lo asqueroso que puede resultar,  cuando las cosas se descuidan de este modo.

Hay ciudades en el mundo que ya han resuelto este grave problema visual, al poner todos los cables por el subsuelo y utilizar alternativas diferentes. Ciertamente tenemos un problema muy grande, que si no somos capaces  ni para ponernos de acuerdo sobre temas fundamentales  como el transporte urbano, será prácticamente un sueño aspirar a poner en orden este otro asunto. Afortunadamente la alta tecnología nos está conduciendo a las redes inalámbricas que desde esta petición vienen a ser una salvaguarda de que no irá en aumento, sino que tarde o temprano tendrán que desaparecer y quedar en la prehistoria.

Tenemos que poner el dedo en la llaga, pero este problema no está ni contemplado en las tareas pendientes para  embellecer la ciudad ante el compromiso de los Panamericanos. De antemano debemos de aceptar que estaremos arreglando calles, banquetas, fachadas, camellones, parques y jardines. Pero los “cablezotes” allí estarán estropeando la belleza de nuestra ciudad. Parece que un “ni modo” tendrá que estar en la punta de la lengua, con este aspecto no hay mucho que hacer. Habrá que aceptar que seguirán estando allí y todos haciéndonos de la vista gorda
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