Suplementos
Explorando el mundo
Y se quedó dormido
Pues resulta que llegó al aeropuerto y como todos lo hemos hecho alguna vez, compró su boleto del taxi en una de las casetas que se encuentran en la sala de llegadas nacionales. Salió al pasillo y espero a que le asignaran su vehículo, apareció un hombre como de 50 años, con una actitud amable, disponible y atenta, como suelen ser la mayoría de los taxistas del aeropuerto. En cuanto abordó el auto comenzó a sentir sueño, de esos que anticipas que te vas a quedar dormido, así que en cuanto tomaron la carretera rumbo a la ciudad, prácticamente perdió la conciencia. Sin embargo, en varios momentos sintió unos frenones medio bruscos del chofer y como le hacían abrir los ojos. Ya entrando por la avenida Lázaro Cárdenas, sintió más frecuentes y aparatosos los frenones, así que el sueño empezó a salirse por la ventana y la conciencia inició un alerta, porque algo anormal estaba sucediendo. Y efectivamente no fue muy difícil descubrir que el chofer también se iba durmiendo y que cada vez que cerraba los ojos daba un frenón, ya en un estado inconsciente.
De inmediato le reclamó al conductor y en voz firme le señaló, “se viene durmiendo” a lo que le contestó que no lo podía negar, hasta eso bastante sincero. Claro que esa respuesta alarmó más al pasajero y le afirmó que estaba poniendo en riesgo la vida de los dos. Lo que sin duda era una realidad. “Pues si ya no puede conducir correctamente aquí me bajo y listo, pero no debe de seguir usted al volante”, acentuó mi amigo. El taxista, apenado le dijo que ya no sucedería, se paró, se refrescó la cara con agua que llevaba en un envase y continuó ya su trayecto sin cometer el error, al paso que se justificaba que trabaja seguido muchas horas desde las dos de la mañana por exigencias de la empresa y todo para ganar unos cuantos pesos por jornada.
Saque usted sus propias conclusiones.
Síguenos en