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Entre la razón y la emoción
Se puede comprar un Smart por enamorarse de él o por sus virtudes urbanas
Desde hace un tiempo, nuestras calles comenzaron a acostumbrarse a ver este pequeño auto. Y al menos a nosotros siempre se nos vino a la mentes las preguntas: ¿Qué tal será conducir un Smart?; ¿Vale la pena?: ¿No nos sentiremos andando en “medio coche”?; ¿Qué sacrificios nos pide para tenerlo?.
Para contestarlas, pedimos a Mercedes-Benz México, el préstamo de un Fortwo, para finalmente quitar una deuda cultural pendiente desde hace muchos años, que era conducir uno de estos.
Recibimos, a finales de noviembre, un precioso Fortwo (el único modelo de la marca, en este momento) blanco, en su versión Passion Cabrio. Es uno de esos autos que le das la vuelta alredor antes de entrar. Le admiras sus líneas, que a pesar de que no han cambiado mucho desde su lanzamiento, aún se ven modernas, hasta cierto punto atrevidas.
Espacio sorprendente
Luego entras y te sorprendes. El espacio es muy bueno para sus dos ocupantes. El detalle es cuando miras en el retrovisor y ves que el auto termina unos pocos centímetros detrás de tu cabeza. Nos deja la impresión de que cortaron nuestro coche a la mitad. Esa sensación, empero, termina al conducirlo. Porque de ahí hacia delante, se trata de un auto “normal”, con buena distancia hacia al tablero y al parabrisas.
Toyota hace un auto, llamado IQ, que permite transportar hasta a cuatro personas, pero es 30 centímetros más largo que el Smart. Esto significa más de 10% más de largo total del Smart, que mide 2,70.
En el caso del convertible, la cajuela es mínima, con 220 litros de capacidad. Aún así, es buena para un biplaza y es posible poner un par de maletas chicas o una mediana y una mochila.
En el Cabrio el techo se pliega de manera totalmente automática, con un botón en la diminuta (como todo en el Smart) consola central. Se puede abrir la lona sólo hasta el arco de protección trasero o complemente, haciendo que el medallón entre en su compartimiento.
Para jóvenes, al menos de espíritu
Conducir un Smart no es para cualquiera. Primero porque no es exactamente cómodo de suspensión. Luego porque no tiene dirección asistida de serie, lo que hace que ésta resulta muy dura. Desafortunadamente, esa rigidez no se percibe sólo en maniobras. En curvas tomadas a mayor velocidad, es necesario usar una gran cantidad de fuerza en el brazo para mantener la trayectoria del auto.
Luego, la caja de cambios, que es automática en el caso de la versión Passion, no es tampoco muy cómoda. Si la usamos en el modo automático, la caja se muestra lenta y produce una fuerte caída de revoluciones entre una y otra velocidad, causando el cabeceo de sus ocupantes. Después de un rato resulta muy molesto. Se puede tener más suavidad si se usa en el modo manual, sacando el pie del acelerador antes de hacer los cambios. Esto requiere acostumbrarse a ello, lo que no todos están dispuestos.
Por todo esto, el Fortwo resulta mucho más atractivo para los jóvenes, a quienes no les molesta mucho la falta de confort, con tal de verse bien.
Sacrificios y beneficios
Con un motor de 1.0 litro, tres cilindros y 84 caballos de fuerza, ayudado por una turbina, el Smart se mueve con cierta desenvoltura en la ciudad. En carretera, la marca dice que su velocidad máxima está limitada a 145 kilómetros por hora, aunque nosotros llegamos a 155 en el velocímetro.
Esa potencia reducida tiene sus beneficios. El Smart tiene un consumo mixto cercano a los 20 kilómetros por litro de gasolina Premium. Nada mal.
Sólo hay que entender que no se puede usar el Fortwo como cualquier otro auto. Para los jóvenes estará la limitante de que no se puede llevar a más que un amigo o amiga a la vez, con muy poco equipaje. Para los no tan jóvenes andar en un coche que no te permite guardar gran cosa en la cajuela, puede ser inconveniente en el momento de ir al súper o de compras el fin de semana.
Claro, siempre podemos pensar en un Smart Fortwo Cabrio como una alternativa a otros biplazas, como un Mazda MX-5, por ejemplo. El Mazda tiene en su favor un manejo infinitamente superior, pero hay que pagar mucho más por ello. Nuestro Smart de pruebas tenía un costo, a principios de diciembre, de 219,900 pesos, mientras que es necesario hacer un cheque por 395,500 pesos para obtener un MX-5.
En resumen, tener un Smart exige la consciencia de que hay que renunciar a transportar a más de un pasajero y a casi cualquier carga. En cambio se tiene mucha imagen, una buena facilidad para estacionarse (aunque es ampliamente recomendable pedir la opción de la dirección asistida) y mucha economía de combustible. Ésta puede ser una receta imbatible para algunos, que estarán usando la razón. Otros, por su lado, simplemente lo comprarán por bonito y diferente.
Ficha técnica
Smart ForTwo Convertible Passion
Motor: Frontal transversal; tres cilindros en línea; 1.0 litro de desplazamiento; Turbo; 12 válvulas; con inyección de combustible secuencial multipunto. Potencia: 84 cv @ 5,250 rpm / Torque: 88 libras-pie @ 2,000-4,750 rpm.
Tracción: Trasera.
Transmisión: Manual de cinco velocidades (5+R), con modo automático y sin pedal de embrague.
Suspensión: Delantera – Independiente, de tipo McPherson, con ballesta transversal y barra estabilizadora. Trasera- De eje rígido, con resortes helicoidales.
Frenos: De discos sólidos adelante y de tambor atrás, con sistema antibloqueo (ABS) y distribución electrónica de la fuerza del frenado (EBD).
Dirección: Mecánica.
Dimensiones y capacidades en milímetros:
Largo / Ancho / Alto
2,695 / 1,559 / 1,565
Distancia entre ejes: 1,867 mm.
Peso: 800 kilogramos.
Tanque- 38 litros.
Cajuela- 220 litros.
Precio: 219,900 pesos
Resultados de la prueba realizada en el Autódromo Guadalajara:
Aceleración de 0 a 100 km/h en 11.7 segundos.
Frenado de 100 km/h a 0 en 37 metros
Cuarto de milla en 18 segundos a 120.2 km/h
Velocidad máxima observada: 155 km/h
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