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Churros y chocolate al estilo Madrid
Nacida en el tradicional barrio de Obregón, La Bombilla ha deleitado durante 60 años los paladares tapatíos
Corría el año de 1952 cuando inició la aventura culinaria; llegaba a nuestra ciudad el ahora conocido “churro madrileño”, que se trata de un antojo a base de harina y agua, frito en aceite y bañado al final con un toque de azúcar, no con canela como comúnmente se ofrece en otros lugares, sino con azúcar normal.
Fue el primer lugar en elaborar este alimento de la manera original, y el barrio de Obregón el escenario para arrancar de lleno con una trayectoria que sigue vigente hoy en día. Ahora han transcurrido ya tres generaciones y se ha convertido en un ícono de los antojos de los tapatíos. Pasaron varias décadas y fue cambiando de lugar hasta llegar a donde ahora se encuentran, justo en la esquina de la calle Penitenciaría y López Cotilla, aunque no por ello dejó a un lado su sabor, ése que se percibe desde la entrada al lugar.
Ahora el La Bombillas es atendida por Martín González, sobrino del fundador, y explica que la tradición se ha conservado igual, así como el primer día, con una sabor único y respetando sobre todo la identidad del churro auténtico.
“Lo que hace a un churro bueno es el amasado de la harina; tiene que ser harina ‘vieja’, es decir, aquella que ha tenido más reposo. De ahí parte la consistencia y el sabor. La canela en el azúcar es un ingrediente que con el paso de los años se le dio al churro, pero no es la manera original, aquí se espolvorean con azúcar pura y si el cliente lo desea se le añade a canela”, explica Martín González, encargado del lugar.
Inseparable compañero
El éxito rotundo de La Bombilla sin lugar a dudas ha sido su churro, pero existe un protagonista más que forma parte de la carta del lugar: el chocolate.
En el sitio, adornado por cierto con cuadros y figuras taurinas, aunque curiosamente los actuales propietarios jamás han asistido a una corrida de toros, se ofrecen tres tipos de chocolate caliente: francés, español y mexicano. La diferencia entre ellos es principalmente la consistencia; todos son hechos a base de chocolate amargo, pero, por ejemplo, el español es el más espeso de todos y asemeja un poco al champurrado, el francés es el término medio y espumoso, y el mexicano el más ligero.
Compañeros inseparables, el churro y el chocolate han sido la carta fuerte de La Bombilla, y es que… qué mejor maridaje que un churro calientito con una deliciosa taza de cualquiera de estos tres tipos de chocolate, que habrá que ver y probar para corroborarlo.
A la par de la innovación
A pesar de que el lugar conserva un ambiente que alude a los años cincuenta, y que su método sigue siendo el mismo, la innovación, con base en las necesidades de sus clientes ha tenido que hacerse presente.
Su fundador fue también pionero en fabricar una máquina llamada “churrera”, que actualmente sigue vigente. Ésta vino a desplazar a esos tradicionales artefactos con mango de madera que tenían que ser empujados por el abdomen del churrero. Asimismo, las exigencias del mercado obligaron a que La Bombilla incluyera en su carta bebidas frías, a fin de satisfacer los diferentes gustos de sus visitantes.
De esta manera es como continúa una tradición que, justamente en mayo cumplirá sus 60 años de vida.
Acerca del nombre
El nombre de este sitio nada tiene que ver con el mote de un cómico o torero, ni –mucho menos– con un foco. La realidad es que siendo originario de España, Antonio Camacho decidió traer a esta ciudad un pedazo de la capital española, Madrid, antiguamente conocido como el barrio de La Bombilla.
''Los esperamos con los brazos abiertos; recuerden que el chocolate ahora ya es benéfico para la salud, es antioxidante y además está muy rico .''
Martín González, encargado de La Bombilla
Dirección
La Bombilla
López Cotilla esquina con Penitenciaría.
Abierto de miércoles a lunes de 17:30 a 23:00 horas.
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