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Caminar por la tierra de Amitabha

Recorre cada uno de los rincones sagrados de Fo Guang Shan, el monasterio más grande del mundo dedicado a Buda

KAOHSIUNG (31/JUL/2011).- Es imposible estar en la rampa de acceso y no tener la vista fija en él. Su cuerpo bañado en oro es tan pulcro que no hacen falta los rayos del sol para que brille. El Gran Buda Amitabha está ahí, erguido, desde 1967, dentro del primero y más grande monasterio budista de Taiwán.

La sonrisa de su rostro amable se puede ver desde cualquier punto del monasterio; Amitabha (luz infinita que ilumina el universo) mide 40 metros de altura, así que cualquiera es pequeño ante él. Pero eso sí, a todos nos alumbra el alma con el ojo de su palma derecha levantada y, con la izquierda hacía abajo, nos da la bienvenida a su mundo, a su montaña, Tierra Pura.

Me encuentro con un estudiante de budismo, con su túnica café que lo cubre del cuello a los pies. Inclina su cabeza y pronuncia: “amito fo”, es una forma de decir ¡Oh mi Dios! pero también es un saludo formal entre los creyentes de Buda. Sigue su camino por un jardín de bambúes que se mecen y crujen con el viento.

Llego a la recepción, la entrada no se cobra. Sirve para solicitar guías turísticos que hablan inglés, francés, italiano, quizá hasta ruso, pero no español; aunque yo descubrí a Alicia hablándolo, pero muy poquito.

Ella es vendedora de la librería. Mientras esperamos el carrito de golf que nos llevará al Templo Principal, me da una breve introducción sobre el lugar que estoy pisando y conociendo por primera y, tal vez, por última vez.

Entre libros, videos, discos, postales, plumas, llaveros y nuestro esfuerzo por darnos a entender con el inglés y el castellano, dice que Fo Guang Shan se edificó gracias al Venerable Maestro Hsing Yung. Él ha esparcido la cultura del budismo por todo el mundo, desde Japón hasta Argentina, también a Estados Unidos. Para ser exactos son 170 templos que ha fundado.

El maestro Yung tiene 84 años. Su paradero es incierto porque viaja constantemente por todo el mundo, a pesar de su ceguera; yo lo conozco por el retrato que cubre una pared completa de la librería. Este hombre ha transmitido su sabiduría en videos, canciones e incluso en pequeños cuadernos en los que plasma con tinta china frases que alientan, reconfortan e ilustran. Me llevo tres. Cada uno cuesta 650 dólares taiwaneses (263 pesos mexicanos). Alicia dice que son un buen regalo para mis mejores amigas. Buena elección, pues cada una de las frases han sido pintadas a mano por el maestro, incluso llevan su firma en mandarín, en cada una de las hojas de papel chino.

El carrito de golf está listo. No hay voz humana que interrumpa la paz de este lugar enclavado en una montaña de la ciudad de Kaohsiung. El canto de los pájaros se escucha más nítido que el sonido THX, así como el correr del agua de las fuentes y de algunas cascadas artificiales con peces de diferentes tamaños y colores.
Antes de entrar al Templo Principal debo quitarme los zapatos y guardar absoluto silencio. Tengo que reprimir el sonido de mi asombro al ver a tres budas de seis metros de altura aproximadamente, cada uno bajo un nicho.

El maestro

Flores, inciensos, dulces, listones rojos y velas son los objetos que la gente ofrenda a Amitabha, sentado en posición de loto en medio del altar. Sus manos están una encima de la otra. Alicia dice que ese mudra (posición) se conoce como samadhi. Indica que él es el único que puede guiar a los fieles a tierra pura después de la muerte.

A su derecha está el buda de la Medicina. En su mano izquierda sujeta una flor de loto. Para el budismo ésta tiene cuatro virtudes: fragancia, limpieza, ternura y suavidad; las comparan con las del reino Dharma (lugar donde descansan los maestros): permanencia, regocijo, sabiduría y pureza. La flor también simboliza el corazón.

No me atrevo a interrumpir la oración del hombre que se ha reclinado frente a la imagen. Mi guía dice que sólo hay dos cosas que se le pueden pedir al buda de la Medicina: longevidad y salud.

A la izquierda está buda Shakyamuni. Su mano derecha sujeta el Mundo Saha. Se refiere a este mundo en el que vivimos llenos de sufrimiento, en donde todos debemos resistir para sobrevivir. Su mano izquierda está doblada con la palma hacia el frente, este mudra significa bendiciones espirituales, gesto de generosidad suprema.

Las cuatro paredes que resguardan a las tres deidades están decoradas con 14 mil 860 nichos, cada uno con un buda y el maestro a escala. La irradiación de 10 mil luces amarillas, lo hacen más solemne, místico y sagrado. Salgo de ahí bebiendo el “néctar de Buda”, agua natural con la bendición de Hsing Yung. Eso dice en la botella. Unos monjes me la ofrecen como símbolo de generosidad, hospitalidad y bienvenida a la casa de su dios.

Mundo de colores

Me paro frente a ese templo. Hasta ahora he admirado las esculturas, incluyendo la de Buda bebé. El 8 de mayo, en la primera luna llena de este mes, según el calendario budista, el mundo celebró el cumpleaños 2 mil 600 del líder que ahora representa una de las religiones más importantes.

Ese alto en mi recorrido me sirve para fijar mi atención en la arquitectura del templo, la misma que predomina en todo el monasterio. Techos rectangulares y rojos, con tejas de dos aguas que ven su final en alerones decorados con grecas, budas en relieve, animales y plantas que están protegidos en Taiwán, como la urraca azul, el ciervo, el faisán y plantas, como la flor de loto.

Camino por largos pasillos sostenidos con pilares y paredes amarillas. Unos conducen a los dormitorios de los monjes, otros a pequeños templos, tiendas, fuentes y jardines. Atravieso un arco. Una puerta de madera está entre abierta, es el Museo Budista, con reliquias y la historia completa del budismo. Aprendo más sobre simbolismos.

Dentro de una vitrina está la bandera budista. Una placa explica el dominio de ciertos colores en la arquitectura de cada templo: el azul representa la bondad y la paz; el amarillo el Camino Medio, es decir, la ausencia de forma y vacío; el rojo la sabiduría, la virtud y la fortuna; el blanco la pureza y la libertad, y el naranja, la dignidad.

De este museo me llevo nuevos conocimientos, también un sello que he puesto en mi libreta de apuntes, es el nombre del monasterio en mandarín. Qué lástima, no puedo quedarme dos días más, el tiempo que tardan en elaborar un sello similar, pero con mi nombre grabado.

Ahora nos dirigimos a otra explanada principal, el Jardín de los Arhats. Entre bambués y árboles despeinados por el viento, se esconden más de 70 esculturas de yeso blanco.

Ellos han ganado el entendimiento profundo sobre la verdadera naturaleza de la existencia, han alcanzado el Nirvana, un estado eterno del ser. La reencarnación ya no existe para ellos. Esto quiere decir que ya han pasado por el proceso del karma, donde se paga por todas las acciones de vidas pasadas. Sus rostros reflejan alegría. Unos se están abrazando, otros levantan la mano, como si estuvieran saludando a los que nos paramos frente a ellos para capturar su mejor ángulo.

Una culminación perfecta

Alicia se ha tenido que marchar, la necesitan en la librería. Me quedo sola. Si hubiera contado a los turistas que ese día visitábamos el monasterio, seguro la cifra no rebasaba los 200, todos dentro de las 30 hectáreas que conforman el gigantesco monasterio Fo Guang Shan.

Es momento de emprender el camino hacia esa gran estatua. Subir no cansa, pero el clima lo hace más tardado. El ambiente es caliente y húmedo, seguro la temperatura rebasa los 30 grados. Lo soporto y prefiero sudar que empaparme con la lluvia que a veces suele sorprender al visitante.

A medio camino, en plena cuesta, hay una estación rehidratante con agua y té, uno puede rellenar sus botellas las veces que desee. Tras un respiro sigo el camino. Estatuillas doradas hacen su aparición, como si fueran guardianes.

Todos son budas con el mismo cuerpo, el mismo rostro, la misma posición de las manos; la derecha hacía arriba y la izquierda hacia abajo, con la palma extendida. Son 480 Amitabha que serpentean el camino hacia el majestuoso buda de 40 metros. No es metáfora, es realidad, ese camino es totalmente dorado y representa la luz que desprendió Buda cuando alcanzó la plenitud espiritual. Así que la historia, impresa en el mapa de ubicación que me dieron en la recepción, no miente.

Mi mente está en blanco, es imposible pensar ante la estatua más grande del sur de Asia. No sé por dónde empezar a examinarlo, si por el frente o por los costados. Por sus pies o por la cabeza. Por su boca o por su tercer ojo. Prefiero sentarme y dejar por un rato la vista fija en su rostro. Después seguiré con su pedestal de piedra.

Algunos consejos

¿Quién te lleva a...?
Taipei: vuelo redondo con United Airlines, desde 31 mil 428 pesos, impuestos incluidos. www.united.com
Otra opción es comprar tus boletos por separado. Aeroméxico: vuelo redondo a Los Ángeles, desde cinco mil 300 pesos. Aquí haces conexión con la aerolínea China Airlines: vuelo redondo y directo a Taipei, con un costo superior a 20 mil pesos. Tiempo estimado de viaje: 14 horas, sin contemplar conexión.
Kaohsiung: en Taipei se toma el tren bala. Viaje sencillo desde mil 500 nuevos dólares taiwaneses (NTD), en clase turista (600 pesos mexicanos). Tiempo de viaje: 40 minutos. Venta: www.thsrc.com.tw.
Penghu: vuelos domésticos con TransAsia Airways. Desde dos mil 500 NTD (mil 100 pesos mexicanos). Tiempo de vuelo desde Taipei: 40 minutos. www.tna.com.tw.

¿Dónde dormir?
Asia Hotels es una red para localizar desde hostales hasta hoteles de cinco estrellas en todo Taiwán. La reservación se realiza con tarjeta de crédito y es un sitio avalado por el gobierno taiwanés. www.asiahotels.com

Recomendaciones gastronómicas
Los platillos están hechos a base de arroz, ya sea en grano o pasta. Los vegetales son hervidos con mariscos o carne, también pueden estar asados e ir acompañados de germen fresco de trigo, alfalfa o soya. Los dumplings son una especie de ravioles cocidos al vapor y rellenos de carne, pescado o vegetales. En todas las ciudades de Taiwán encontrarás mercados callejeros de comida, de día y de noche. Comer en ellos no rebasa los 144 NTD (60 pesos mexicanos).

¿Cómo moverte?
Taipei y Kaohsiung cuentan con una red de metro. Un viaje de ida cuesta entre 20 y 65 NTD (8 y 25 pesos mexicanos), según la distancia. Horario de servicio de las 6:00 a  las 24:00 horas. Las estaciones están en inglés y mandarín. www.spanish.taiwan.net.tw Taxi: están pintados de amarillo y el banderazo inicial es de 70 NTD (28 pesos mexicanos); el adicional es de 5 NTD (dos pesos) y se cobra cada dos minutos. La mayoría de los choferes habla inglés, pero es mejor que lleves el nombre y dirección de tu hotel escritos en mandarín por si te pierdes.

Moneda
Nuevo Dólar Taiwanes (NTD).
1 NTD equivale a 0.49 centavos mexicanos. En Taiwán será imposible que puedas cambiar pesos mexicanos. Es mejor llevar dólares estadounidenses o euros.

Visa
Requisitos: formulario de solicitud, pasaporte vigente, examen médico si tu estancia es mayor a una semana, dos fotografías tamaño pasaporte e itinerario de vuelo. Costo: 50 dólares por una entrada. www.taiwanembassy.org/mx

La guía de bolsillo
Lonely Planet: Taiwán.
Precio: 340 pesos en sucursales de la agencia Mundo Joven. www.mundojoven.com

Ayuda turística
En Taipei: Oficina de Información y Enlace. Con personal de habla hispana. www.gio.gov.tw.
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