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Apuntes de mi libreta
¿Y los que apostaron por Casinos?
Fueron algo así como 15 años en que unos y otros –promotores y opositores– nos enfrentamos con argumentos sólidos en cuanto foro fue organizado por instituciones públicas, privadas, académicas y hasta colegiadas. Hoy debo de reconocer que los otrora opositores, perdimos la apuesta, los Casinos, como todo mundo sabe han vuelto a ser una realidad en nuestro país, gracias a “San Santiago Creel”, quien en un afán desmedido por lograr el beneplácito del duopolio televisivo en México, rumbo a su fallida campaña política presidencial, autorizó el funcionamiento de los mismos a diestra y siniestra.
Nuestro principal planteamiento siempre fue –y continúa siendo– que no contaminaran la actividad turística con sus juegos de apuestas, esto es, que no utilizaran de argumento que con los Casinos vendrían miles de turistas a dejar sus divisas, porque eso no es más de que una ilusión de ingenuos.
Las prometidas multimillonarias inversiones en dólares son apenas un remedo de inversión, pues en cualquier jacalón han construido escenarios para que la gente vaya a dejar su dinero y transforme su personalidad hasta llevarla a la hospitalización y el endeudamiento en su máxima expresión, sin que las mafias se ocupen por ellos más de que para obligarlos a pagar los pagarés y deudas de juego contraídas.
La realidad nos da la razón
Así, en la zona metropolitana de Guadalajara –particularmente los municipios de Zapopan y la propia capital Tapatía– hoy estamos plagados de este tipo de negocios especializados en esquilmar a soñadoras y soñadores que confían en obtener una gran fortuna sin tener que trabajar, algo así como el maná que cayó del cielo para alimentar a los hambrientos que consigna el Antiguo Testamento en la Biblia.
La pregunta
¿Y los cientos y miles de turistas que dejarían de ir a Las Vegas, Nueva Orleans, Chicago, Milán, Buenos Aires, Brasil, Madrid, sólo por mencionar algunos de los destinos turísticos que cuentan con Casinos, para venir a jugar a los Casinos de México?
Ni siquiera contamos con los médicos especialistas necesarios para atender la cada vez mayor demanda de atención de quienes enviciados al máximo, hoy tienen que pagar las consecuencias, con todo y sus familias.
No es nada satisfactorio decir “se los dije”, pero esa es la realidad: se los dije.
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