Una semana difícil
fue para Carlos Briseño,
que no podrá en mucho tiempo
disfrutar de un dulce sueño.
Le fue negado el amparo,
ya no está en la Rectoría,
y sus “cuates” lo bañaron
con un balde agua fría.
Y como dice el refrán:
con esta clase amigos
no necesita don Carlos
tener muchos enemigos.
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