México

Tren parlamentario

Agarrón entre populistas

La institución del Congreso General encargada de vigilar a la política exterior mexicana, el Senado de la República,  miró a contraluz el diferendo diplomático entre México y Francia.

Y de los posicionamientos de los grupos parlamentarios  -exceptuando al PAN- surgió la convicción de que  más que un pleito entre dos pueblos, el francés y el mexicano, es un agarrón entre los presidentes Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy, “dos populistas de derecha que andan en búsqueda de la popularidad perdida con la mirada puesta en el 2012”.

Pero fue el PRI quien, en voz de la otrora canciller en los tiempos de Ernesto Zedillo, Rosario Green,  soltó la crítica más sólida contra la política exterior practica por el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa: “Para el Senado”, dijo la Green, “debería resultar inaceptable el contraste entre la determinación mostrada en el caso del diferendo con Francia y la tibieza en la reacción gubernamental en relación con los hechos en los que participan funcionarios estadounidenses”.

La política exterior no sólo es con Francia, remachaba Green, sino también “el hecho incontrovertible que las relaciones entre México y Estados Unidos se encuentran en un nivel deplorable frente al cual el Gobierno apenas ha reaccionado”.

Voz cantante en el tema, la del Partido Revolucionario Institucional.  “Para el PRI”, insistía la senadora Green Macías, “resulta inadmisible que se sigan propagando los elementos de confrontación entre los dos gobiernos, y que los efectos de esta situación contaminen la relación entre nuestros pueblos”.  

Fue entonces cuando ofreció a la administración de Calderón  los “buenos oficios” de la diplomacia parlamentaria (en alusión clara a las facultades del Senado en la materia), para “establecer contacto con nuestros pares franceses, a fin de compartir nuestra preocupación por lo insensato del momento por el que estamos atravesando  y buscar las vías de entendimiento que, hoy por hoy, no parecen existir”.

Del protagonismo exacerbado de Sarkozy y Calderón, en torno del caso Florence Cassez, tan aireado estos días dentro y fuera del país, opinó primero el senador panista Rubén Camarillo Ortega: “El grupo parlamentario del PAN”, decía, “considera desafortunado que el Gobierno francés intente mezclar un asunto de orden jurídico en eventos de naturaleza diferente, como lo es –incluso- abordar el estatuto legal de la señora Cassez durante la reunión del G-20, que tendrá lugar en París el fin de semana”.

Desde la óptica del PAN, es Francia la que debe recapacitar. Exudaba firmeza Camarillo; nada que ver, evidentemente, con la cobardía que el PAN y Calderón muestran ante Estados Unidos.

Turno, entonces, del senador petista Ricardo Monreal: “En el fondo son más las motivaciones políticas que tienen en común que las diferencias que lo separan. En México y Francia habrá elecciones presidenciales en 2012; al igual que en Estados Unidos. Felipe Calderón busca reelegir a su partido en la Presidencia por un tercer periodo.

Sarkozy busca reelegirse él mismo en la presidencia francesa.  Calderón está en el punto más bajo de aceptación ciudadana de su mandato, debido al efecto combinado del desempleo y la inseguridad. Sarkozy se encuentra en el nadir (lo más hondo) de su gestión”.

Monreal insistía: “Ambos mandatarios están urgidos de un tanque de oxígeno, de una bandera, una causa que los impulse y los relance frente a sus conciudadanos, y ambos encontraron en Florence Cassez el pretexto perfecto para lanzarse a una guerra diplomática donde la popularidad es el botín de guerra; y la justicia es lo menos que se defiende”.

Evocó Monreal entonces a Ronald Reagan, cuando en 1981 atentaron fallidamente contra su vida: “Sé lo que tengo que hacer cuando mi popularidad se encuentra caída: salir a la calle y esperar a que alguien atente en mi contra”.

Seguía Monreal: “Es muy arriesgado (lo que decía Reagan), pero es menos costoso que una guerra o un recorte de impuestos. La guerra, la devolución de impuestos y los atentados reales o imaginarios son fuentes inagotables de popularidad para un presidente en apuros.

Y resumía: “En este sexenio hemos tenido las tres variantes: la guerra contra el crimen; la denuncia de supuestos atentados contra Calderón, que preparaba el cártel de Beltrán Leyva, deslizada públicamente por Genaro García Luna hace dos años, y la deducibilidad fiscal del pago de colegiaturas en las escuelas privadas recién anunciadas por el Gobierno federal”.

En conclusión, restallaba: “La guerra de Florence no es ni para Calderón ni para Sarkozy una lucha por la justicia. Es un lance entre dos populistas de derecha que andan en búsqueda de la popularidad perdida con la mirada puesta en el 2012”.

Después remachaba el senador José Guadarrama Márquez, desde su calidad de presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores Europa, del Senado. “Lo  que hoy se ha presentado como un diferencia México-Francia, y quiero ser muy claro en este punto, no es más que un pleito personal y un desencuentro entre dos jefes de Estado por un asunto particular”.

Fue cuando Guadarrama dijo: “Más allá de profundizar la polarización creo que este Senado está obligado a hacer un respetuoso, pero enérgico llamado a los dos jefes de Estado a que dejen a un lado las diferencias y trabajen conjuntamente en la consolidación y fortalecimiento de las relaciones entre nuestros pueblos”.

En la Cámara de Diputados, al final de la sesión, también abordaron sobre el tema. Aprobaron un punto de acuerdo en el que exhortaron a los dos países a hacer prevalecer el entendimiento y comprensión.

Green Macías había solicitado llamar a comparecer a la canciller, pero esto ocurrirá el martes. Y el PAN, agachón hasta las cachas, se hacía el tiololo solo otra vez, cuando se trataba de los Estados Unidos.
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