México

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2008 y 2011: ¿Cero y van dos?

En los territorios del Congreso de la Unión, una declaración del Presidente de la República hecha en Culiacán removió puertas y dinteles y aprestó a la oposición a posicionarse en la sesión de este jueves. ¿Qué no había estado insistiendo (Felipe Calderón) que la economía de México ya no está petrolizada?, barbotó la pregunta en el pasillerío con el ímpetu de la barrancada.

En Culiacán, Calderón Hinojosa había dicho desde el mediodía que el incremento del precio internacional del petróleo no sólo no deja márgenes de ganancia a México; al contrario, arrojará pérdidas al país de entre 70 mil y 80 mil millones de pesos.

Calderón había precisado lo siguiente, en una reunión de evaluación, por cierto, de los daños que causaron las heladas recientes en Sinaloa: “En la medida en que sube el precio del petróleo suben estos precios internacionales, y entonces nos estamos acercando a pérdidas de 70, 80 mil millones de pesos; de tal manera que no necesariamente todo eso se traduce en ganancias netas.

La verdad es que en la medida en que estamos importando más, también estamos al mismo tiempo perdiendo”.

En los linderos de la oposición, ayer por la tarde, un discurso contestatario se preparaba para hacerlo aparecer hoy, en la tribuna de San Lázaro. Partían los opositores del cálculo de que Calderón y el país pueden estar en el umbral de una crisis como la que pegó en 2008, cuando la inflación se acrecentó, cuando el crecimiento disminuyó, cuando el empleo y el poder adquisitivo fueron golpeados con rudeza.

Y cuando el Gobierno de Calderón sólo atinaba a responder echándole la culpa a circunstancias internacionales.

Con el alza de los precios internacionales del crudo, evidentemente, se incrementan también los costos de producción y el precio de la materia prima. Y cuando esto sucede así, el primer efecto que causa es el incremento de la inflación en las economías de los países que más importaciones tienen.

En la balanza comercial de México, se distinguen por su volumen de importación nada menos que las gasolinas y los alimentos para la población humana, y de los animales. Petróleos Mexicanos ha admitido en sus informes a la Cámara de Diputados que  se importa casi la mitad (47%) del volumen de las gasolinas que se consumen en México.

En el ámbito alimenticio, México depende de importaciones más allá de 90% en productos fundamentales para la nutrición como la soya y el arroz. Y no es diferente la situación en la materia prima que los ganaderos y pecuarios del país utilizan para elaborar los alimentos del ganado bovino, porcino y avícola.

Pero, hay preguntas cáusticas que hoy en la tribuna se hará más de un legislador. ¿Por qué a sabiendas de que se importa muchísima gasolina, el Presidente Calderón insiste en mantener entrampada la construcción de la refinería de Tula, Hidalgo, como se lo mandató el Congreso desde 2008? O más aún: ¿Como él mismo lo prometió?

México se ha visto desprotegido, vulnerable, a partir de que sólo se ha dedicado a exportar la materia prima petrolera, pero no a transformarla. A partir de que Miguel de la Madrid acabó con la política petroquímica del país, se han estado importando petroquímicos a lo bestia.

Y a partir de 2000, cuando la oposición al PRI llegó a la Presidencia, en vez de parar este tipo de importaciones, se acrecentaron.

De la política económica tendrían que hablar este jueves, los diputados y senadores. Es probable que alguien tenga que recordarle al Banco de México que tendría que aumentar su meta de inflación y, acaso, reducir su meta de crecimiento para este año. Pérdidas en el país por 70 mil millones de pesos, no son cualquier cosa.
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