México
Siempre lo mismo
La idea de origen suele ser buena, pero desde la puesta en marcha la corrupción tuerce el proyecto
Subrogar guarderías no es en sí misma una mala idea, bien llevada a cabo significaba multiplicar los espacios disponibles para los hijos de madres trabajadoras y sin necesidad de que el IMSS pusiera dinero propio, pero si los permisos se entregan como favores a amigos influyentes y se pasan por alto los requerimientos de construcción, ubicación y funcionamiento, e incluso de seguridad, la mesa está puesta para una tragedia. Así fue.
El Gobierno no es una buena niñera y por eso parece una buena idea que entregue a los niños que tiene transitoriamente bajo su custodia, a instituciones privadas que se dediquen a eso y los sepan cuidar, pero si eso se hace sin una correcta supervisión, los menores quedan expuestos a ser víctimas de cualquier tipo de abuso. Hoy todavía no se sabe dónde quedaron 11 niños que estaban en Casitas del Sur.
Que los indigentes alcohólicos o drogadictos tengan la posibilidad de rehabilitarse, es una buena idea; responder a las quejas de los vecinos es buen gobierno; querer recuperar el centro histórico y las grandes avenidas está bien, pero cuando todo eso junto se deja en manos de los policías y funcionarios de bajo nivel sin ninguna supervisión, se termina entregando a los indigentes a todo tipo de comercio y explotación. Eso está ocurriendo en la Ciudad de México. Las personas en situación de calle los conocen como los levantones, y muchos los han padecido. Los testimonios abundan y son prácticamente idénticos. De noche, siempre de noche y mientras duermen en parques y bajo puentes, llega una camioneta, a veces vienen de la delegación o son policías, a veces son directamente gente de los anexos (Centros de rehabilitación privados) que voluntariamente o a la fuerza se los llevan. El destino es incierto, la mejor de las veces terminan en un albergue del Gobierno, en la carretera a Cuernavaca o en un anexo. Muchos reportan maltratos y privación de la libertad.
La Procuraduría ya encontró a 105 personas en condiciones que calificó de esclavitud, y reportó que algunos habían sido también víctimas de abuso sexual. Aún falta mucho por esclarecer, pero detrás de este nuevo pantano hay lo de siempre: una absoluta falta de supervisión, corrupción y olvido. Las víctimas también son las de siempre: las más vulnerables.
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