México

Multa a Telcel, primer round para Televisa

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Televisa ha ganado el primer round de la batalla que sostiene contra Telcel. La severa multa por casi 12 mil millones de pesos aplicada esta semana a Carlos Slim por la Comisión Federal de Competencia (CFC) no puede ser interpretada de otra manera, si consideramos el monto y el timing. La cifra equivale a 13% de las ganancias de la empresa, y  a $130 por cada uno de los 91 millones de usuarios de Telcel. Y por lo menos resulta sospechosa la repentina resolución de una demanda que guardaba el sueño de los inocentes desde 2006.

No sorprende que Televisa vaya sacando la mejor parte en estas primeras semanas de guerra abierta. Desconozco alguna encuesta reciente sobre la opinión pública al respecto, pero en la batalla de desplegados a favor y en contra de Telmex, la televisión termina por apabullar a su rival. Los anuncios de la Canitec (cámara de cableros, vinculada al bando de Azcárraga) pueden ser de pésima manufactura, pero apelan al mejor de los argumentos: el bolsillo de los televidentes. En escenas de vida cotidiana amas de casa y oficinistas machacan una y otra vez sobre tarifas de celulares más altas en México que en el resto del mundo. Y para la mala fortuna de los de Carso, el conflicto estalló justo después de varios meses de la peor racha de quejas sobre el mal funcionamiento de la cobertura Telcel.

El conflicto entre estas dos empresas es que se trata de dos gigantes a los que la convergencia tecnológica les ha obligado a pasar por el mismo embudo. Y las dos no caben por tal estrecho porque están acostumbradas a dominar sus respectivos feudos. Curiosamente ambas controlan alrededor de 70% de su mercado.

Hasta hace unos años las dos empresas llevaban la mejor y más complementarias de las relaciones. Slim era el mayor anunciante de Televisa, e incluso socio coyuntural. Pero el futuro los alcanzó. Tendencialmente la televisión abierta habrá de sucumbir ante la fibra óptica y las nuevas frecuencias.
Telefonía, video e internet llegarán al usuario por el mismo canal. De ser complementarios, los dos monopolios disputan ahora palmo a palmo los nuevos territorios. Telmex se queja de que todos sus colegas en la OCDE ya cuentan con permisos para operar televisión. Pero esa es una posibilidad que provoca urticaria en las oficinas de Chapultepec y libra una batalla frontal para retrasar tal amenaza.

Desde luego se trata de dos grupos de tamaño muy desigual, aparentemente. Slim “vale” 15 veces más que Azcárraga, dependiendo del día de la cotización de la bolsa. Su fortuna equivale al PIB anual de Libia, Siria o Ecuador, y al de Guatemala y Costa Rica sumados. Y hace rato que gran parte de sus flujos proceden del extranjero, gracias a la expansión de América Móvil en Latinoamérica, entre otras iniciativas.

Pero Televisa posee el alcance y la velocidad que el músculo no proporciona. No sólo por una penetración infinitamente mayor ante la opinión pública; también por su enorme peso frente a la clase política. La carrera de cualquier político es mucho más vulnerable a los designios de Azcárraga que a los de Slim, y allí está Santiago Creel para atestiguarlo.  No es casual que el viernes pasado, en Espacio 2011, el evento anual de Televisa para los jóvenes, los dirigentes nacionales del PAN, del PRD y del PRI clamaron, uno tras otro, en contra de las tarifas telefónicas excesivas. Una clara muestra del bando al que se inclinaría la clase política. A diferencia del grupo Carso, las televisoras decidieron involucrarse directamente en la política tomando diversas posiciones en las cámaras legislativas y en los comités reguladores de competencia.

Hasta ahora Los Pinos ha venido operando como un réferi temeroso que se mantiene lo más apartado posible del intercambio de golpes. En buena medida la confrontación directa obedece a la parálisis del Gobierno para definir reglas claras para la competencia en las nuevas tecnologías. Pero la guerra entre estos dos gigantes ofrece al Estado mexicano una oportunidad única.

Calderón desconfía del poder de ambos monopolios y le encantaría disminuir su esfera de influencia. Hay una incomodidad creciente por el apoyo abierto de Televisa a Peña Nieto, pero también una molestia crónica ante el peso económico que ha adquirido el imperio del hombre más rico del mundo.

En otras palabras, para el Gobierno mexicano es ahora o nunca. Es a lo que estará jugando Calderón en los próximos meses. Al duro golpe asestado a Slim con esta multa histórica debería seguir una medida similar contra los intereses de Televisa (¿la tercera cadena?). En todo caso, es la única manera en que los mexicanos podrían ganar algo de todo esto. Más competencia y mejores tarifas. Lo que no podríamos permitirnos es que ésta fuera una medida unilateral. Un réferi maniatando a uno de los rivales en beneficio del contrario. Lo peor que podría pasarle al Estado mexicano es ser visto como testaferro de uno de los dos monopolios en discordia.
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