México
Morir o legalizar las drogas
La legalización de las drogas, primero, permitiría desactivar los negocios ilícitos y limitar la violencia
Pero aunque todos quisieran que a su barrio no llegara nunca el estruendo de las balas; a pesar de que nadie desea tener por vecino a un vendedor de droga, la realidad es que el mundo del narco se cuela y extiende como la humedad, y la lucha gubernamental que se le opone no es efectiva.
Que los narcobloqueos hayan llegado a Michoacán y no sean cosa sólo de “los lejanos” Nuevo León y Tamaulipas, mucho tienen que decirnos a los jaliscienses, que hace unos días vimos cómo en Jilotlán, una población limítrofe entre Jalisco y Michoacán, morían acribillados nueve policías estatales. Que en Tepatitlán, una ciudad que está apenas a una hora de carretera de Guadalajara, haya muerto baleado el jefe de la Policía local, y que el procurador de Jalisco, Tomás Coronado Olmos, pida “más intervención militar” en las zonas limítrofes de Jalisco, no son otra cosa que señales de que la acción criminal se extiende muy a pesar del discurso oficial.
Cuando el Presidente Calderón reitera que no detendrá la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, y reconoce que sí habrá más muertes, nadie se plantea la posibilidad de ceder ante los criminales, pero sí son muchos los mexicanos que dudan si la estrategia debe modificarse.
Un cambio está relacionado con el tratamiento que el Estado da a las drogas, pues si bien en México ya se ha legislado a favor de despenalizar el consumo, todavía queda la posibilidad de legalizar la producción y venta de estas sustancias como una medida eficaz para combatir la tremenda violencia que amenaza con extenderse y dañar justamente la vida cotidiana que todos defienden.
Pero los argumentos morales y los pronósticos adelantados sobre las consecuencias operan en contra. Las posturas se simplifican tanto que se transforman en una lucha entre bien y mal.
La legalización de las drogas, primero, permitiría desactivar los negocios ilícitos y limitar la violencia. Abriría el paso a un control efectivo y riguroso del consumo y sobre todo, permitiría generar fondos económicos para establecer un sistema eficiente y suficiente de prevención y tratamiento a las adicciones.
Como están hoy las cosas, los jóvenes están y estarán expuestos al consumo de drogas, sólo que lo hacen en un ambiente de prohibición y peligro, y sin una estructura sanitaria que los auxilie.
Son ellos un mercado tan jugoso, que para el narco es preferible matar y bloquear ciudades antes que perder el negocio.
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