México
Gracias a todos; adiós
Y en primer lugar, gracias a los lectores, única y verdadera razón de ser de todo espacio periodístico
Primero, insisto en que se trata de una decisión personal, movida por esa curiosa convicción de que el movimiento y el cambio son el combustible de la supervivencia. El ciclo vital del periodismo es la renovación, los nuevos retos y no dejarse atrapar por la telaraña paralizante de la zona de confort. Y claro, el mejor momento del retiro siempre es el de la cresta.
Segundo, y a despecho de los que gustan del martirologio en la bandera de la libertad de expresión, en este caso no hay víctimas del periodismo puro, perseguidos por empresarios mediáticos implacables. No, en este caso simple y sencillamente terminó una relación laboral que fue profesional hasta el último momento, pero que ya no contó con el cemento que por casi 15 años la mantuvo unida: la comunión de objetivos.
En México y el mundo, en todos los medios de países democráticos, la relación entre empresas mediáticas y practicantes de los géneros de opinión —como una columna— siempre es tensa, tirante, de confrontación y choque. ¿La razón? Que la materia prima de esa relación son las ideas, ideologías, opiniones y razones en torno a los hechos y las noticias que esos hechos generan. En México, esa realidad aún asusta a muchos.
No saben que ese forcejeo convierte a las mesas de redacción en saludables campos de batalla, cotidianos, donde chocan ideas, ideologías, opiniones y razones en torno a un hecho y su repercusión noticiosa. Una empresa social como El Universal no es la excepción, y no sólo se produce el choque de ideas, sino también existen espacios para disentir, para decir “no”, para el ejercicio de la “cláusula de conciencia”. Aquí nadie se asusta por ejercer esas libertades y nadie se desgarra las vestiduras por practicar esos derechos.
Por eso hoy le digo adiós a mi casa por casi 15 años, El Universal, cuyos objetivos hice míos todo ese tiempo y en donde logré pasos firmes en mi pasión periodística. El ciclo terminó y es momento de partir, y dar las gracias.
Y en primer lugar, gracias a los lectores, única y verdadera razón de ser de todo espacio periodístico. Gracias a los simpatizantes y a los críticos por igual, cuya presencia siempre fue bienvenida. Gracias a directores editoriales y maestros como Roberto Rock y Raymundo Rivapalacio y, sobre todo, gracias a Juan Francisco Ealy Ortiz y a Juan Francisco Ealy Jr., por su generosidad y amistad. Gracias a todos. Y hasta pronto, porque pronto por ahí nos encontraremos.
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