Hablo de Pedro Kumamoto, pero hablo de nosotros. El personaje político, hoy sumergido en la irrelevancia, ahora sólo importa por el daño que dejó en todos y todas: hirió nuestra esperanza.No se trata de cebarse contra la persona. Para eso está el patíbulo virtual de las redes y sus verdugos que le reprochan su alianza morenista con un ciclón de insultos.Esta semana, Zoé Robledo, director del IMSS, promovió a Kumamoto como secretario general de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS).Es un organismo internacional integrado por 95 miembros de 35 países y territorios de América. En otras palabras, una beca diplomática en una institución dedicada a la investigación social y la promoción de políticas públicas en pro del bienestar.Sí, la fundó el chileno Salvador Allende y sus asambleas han sido presididas por Evita Perón; sin embargo, es un organismo sin influencia en la toma de decisiones de los estados.Con este salto, Pedro pasará de cobrar 106 mil pesos brutos al mes como regidor de Zapopan a 123 mil como secretario de un remoto CISS. Es decir, 17 mil pesos más.Pedro eligió su camino: el camino exclusivamente de Pedro, no de la colectividad ni de la política para las personas.Hay una anécdota que dibuja la pérdida de ese equilibrio entre el liderazgo de un proyecto comunitario y la práctica egotista del beneficio personal.Cuentan que luego de perder la elección por Zapopan en 2021, y tras postularse nuevamente este 2024 de la mano de Morena, Kumamoto confesó a sus cercanos que no quería ser otra vez regidor zapopano.De esta manera, ante la posibilidad de perder otra vez –como ocurrió– se aseguró un puesto para él como era su deseo. Ese fue el precio que puso a su alianza con Claudia Sheinbaum. Un precio individual.Consulté a ex wikis y ex militantes de Futuro para escribir estas líneas.La principal renuncia del ex independiente, coinciden, fue abandonar una construcción colectiva para asegurarse un futuro como funcionario. Después está su desdén por la democracia interna en Futuro y la intromisión de actores con la escuela tradicional de hacer política.Más allá de la pantalla del odio y el rechazo visceral a Kumamoto hay algo más. Hay tristeza, desesperanza. La idea de que es imposible construir un proyecto político al margen de los intereses personales y los círculos del poder partidista.“Va a costar mucho trabajo volver a creer”, me dijo un ex wiki, “hubo un daño a la organización social que va a ser muy difícil de revertir”.Los muros sí caen. Algún día.jonathan.lomeli@informador.com.mx