México
Ángeles Moreno, y el PRI de Salinas
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Pero las estrategias para conseguirlo no podían ser más opuestas. El anuncio de la precandidatura de María de los Ángeles Moreno, para competir por el tricolor para el Distrito Federal, revela que un sector del PRI ni siquiera está dispuesto a pretender que se ha lavado la cara.
Se dice que Peña Nieto es un alma vieja en cuerpo joven, por su identificación con muchas de las formas verticales tradicionales de hacer política, pero sin duda transpira frescura y juventud, por lo menos en el tono y la apariencia.
No obstante, en el caso de seleccionar a Moreno ni siquiera se habrá intentado disimular el regreso del PRI más rancio. La ex senadora fue una de las columnas del grupo político salinista y para muchos mexicanos se trata de una figura identificada con el viejo régimen.
Formada a la sombra de Carlos Salinas, durante su sexenio fue secretaria de Pesca y presidenta del PRI. En el sexenio zedillista salió de la administración pública para concentrarse en sus tareas como senadora, posición con la que había sido premiada por Salinas.
A partir de la derrota del PRI en 2000, Moreno centró sus actividades en la política de la capital del país. Fue diputada asambleísta y desde 2005 funge como presidenta del PRI en el Distrito Federal. Es considerada la figura decisiva del tricolor en ámbitos capitalinos, gracias a su control de la estructura que gestiona a las organizaciones populares y vecinales vinculadas a este partido.
La candidatura de Ángeles Moreno no deja de sorprender, porque hasta hace unas semanas parecía que el PRI se decantaría por Beatriz Paredes. La tlaxcalteca no sólo tenía los merecimientos políticos luego de su gestión como presidenta del PRI y por haber sido mencionada como un tercer contendiente en la disputa por la candidatura del tricolor a la Presidencia. Y si bien no se echó en los brazos de Peña Nieto, Paredes corrió riegos políticos para firmar el acuerdo vergonzante con el PAN para garantizar el rechazo a la alianza del blanquiazul en el Estado de México.
Lo más sorprendente es que apenas el 7 de febrero pasado, Ángeles Moreno, en su calidad de presidenta del PRI local, dio el espaldarazo para la candidatura de la tlaxcalteca. En esa ocasión Moreno fue categórica: “Beatriz Paredes es la mejor para ser la candidata del partido a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal en la elección de 2012”.
¿Qué sucedió en apenas seis semanas para que el PRI cambiara de decisión? Simple y sencillamente la convicción creciente del tricolor en sus encuestas, que revelan un probable triunfo en el Distrito Federal en los comicios de 2012. Ya en febrero de este año “El Universal” apuntaba que la intención del voto entre el PRD y el PRI se había reducido a tres puntos porcentuales (22 y 19%, respectivamente). Según “Reforma”, con otra metodología, a principios de marzo la diferencia se situaba en seis puntos (35 y 29%, respectivamente). Lo importante para el PRI es que según sondeos la tendencia del PRD es descendente y eventualmente la curva podría colocar al tricolor por delante; con el PAN en tercer lugar.
Confiados, además, en un posible “efecto Peña Nieto” el día de la votación, se ha instalado en el PRI la certeza de que se apropiará del Gobierno de la capital… aunque su candidata no sea Beatriz Paredes.
Lo que cambió fue la percepción entre la cúpula del PRI. Durante los meses previos se consideraba que con Paredes había posibilidades de dar el campanazo para ganar el Distrito Federal en 2012. Pero ante el crecimiento del partido en el ánimo de los capitalinos, los mandamases del PRI se preguntaron ¿Y para qué necesitamos a Beatriz?
Ciertamente Paredes es la más popular de todos los posibles contendientes, incluyendo panistas y perredistas. Pero no es la más querida entre los jerarcas que hoy controlan las riendas del partido.
El protagonismo y la popularidad de la tlaxcalteca ponen nerviosos al núcleo de gobernadores y a la constelación de poderes alineados en torno a Peña Nieto y Moreira. Al estar convencidos que el Distrito Federal será suyo, no les hace gracia tener que bregar con Paredes en un puesto tan poderoso durante los siguientes seis años. Por su parte, Ángeles Moreno, una versión Dama de Hierro Thatcher a la mexicana, ha tenido una trayectoria que exuda institucionalidad.
No queda clara cuál será la reacción de Paredes. Sin embargo difícilmente Moreno se habría lanzado a la palestra sin su aceptación (o rendición). Son amigas entrañables desde hace décadas.
Si fuese así, el PRI estaría arrostrando una apuesta de alto riesgo. Moreno es una funcionaria profesional, altamente calificada, pero de escaso carisma e identificada con el antiguo régimen. El PRI debe estar sobrado de confianza para asumir que una población tan crítica, joven y liberal esté dispuesta a regresar al pasado.
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