México
— ''Saldo blanco''
Después de la borrachera de las celebraciones del Bicentenario, llega, fatalmente, el retorno a la realidad
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Al margen de las informaciones rutinarias acerca de las “imaginativas” variantes de los encargados de reeditar el rito de la arenga de Hidalgo a las huestes —que no tropas— insurgentes, no precisamente la noche del 15 de septiembre sino la madrugada del 16, y de las no menos rutinarias con respecto a los crímenes “con la marca de la casa de la delincuencia organizada” ocurridos de manera paralela en las zonas del país en que la inseguridad y la violencia parecen haberse institucionalizado, la nota triunfalista: “saldo blanco” en las celebraciones de “El Grito” y demás en la Ciudad de México y en las principales capitales de los estados.
Lo de menos es que para que las autoridades se sientan con derecho a colgarse las correspondientes “medallas al mérito” en las solapas y para que los funcionarios menores se coloquen, auxiliándose de su propia saliva, una buena dotación de estrellitas en la frente, hayan tenido que transformarse en sendos “búnkers”, merced a un riguroso esquema de seguridad, las principales dizque “plazas públicas” del país, incluido, por supuesto, el Zócalo capitalino.
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Quienes hoy regresen a la normalidad —en escuelas, fábricas, oficinas, comercios formales o informales, etc.—, ya tendrán de qué presumir a los nietos: “Estuvimos en las fiestas del Bicentenario; y aunque no nos dejaron nada especialmente significativo en la memoria, podemos sentirnos afortunados... porque vivimos para contarlo”.
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