Jalisco

Los estafadores de "la bolita", otra vez en El Baratillo 

Apostadores pierden su dinero al jugar sin saber que un grupo de cómplices está involucrado

Dos cajas de madera, tres tapas y un elemento para ser ocultado debajo de ellas. En el tianguis de El Baratillo sólo eso basta para hincharse los bolsillos de dinero a costa de inocentes que, atraídos por los juegos de azar, deciden apostar sus ingresos en el “juego de la bolita”.

El grupo organizado regresó a la calle Juan R. Zavala, metros adelante de la Avenida Puerto Melaque. Este medio corroboró su modus operandi desde marzo de 2015, y aunque la Policía de Guadalajara implementó operativos para evitar que se instalaran, volvieron.

Junto al estafador principal (quien opera las tapas) hay otros cómplices: uno a su espalda y otro enfrente. Pero no son los únicos. 

Cuando las víctimas se acercan, atraídas por los gritos que invitan a ganar dinero fácil, más vigías aparecen. Son ellos quienes “animan” a los participantes a perder su dinero.

Unos de ellos simulan haber ganado y “se retiran” felices. Incluso a las víctimas les regresan ocasionalmente un billete para asegurar que hagan nuevas y más grandes apuestas. Todo para dejarlas sin nada. Para hacerse hasta de su teléfono.

Cuando el estafador y sus cómplices consideran que ya no pueden quitarle más, “permiten” que el apostador se retire. Sin embargo, uno o dos de los cómplices lo “escoltan” sin que éste lo note hasta que sale del tianguis para asegurarse de que no cuente lo que le ocurrió.

Prácticas como estas se ejecutan los domingos a plena luz del día en el tianguis más grande de Latinoamérica. 

EL INFORMADOR

Con "puesta en escena"  le quitan dos mil pesos

Apostadores pierden su dinero al jugar sin saber que un grupo de cómplices está involucrado; los “boletos” de ingreso son billetes de 500 pesos; no hay denominaciones más bajas

“¡Pásele y diga dónde quedó la bolita! ¡Abra bien los ojos y dígame dónde quedó la bolita, así de simple gana!”, grita un hombre que ha improvisado una mesa con dos cajas de madera y una franela, sobre la calle Juan R. Zavala, a pocos metros de la Avenida Puerto Melaque, adentro del tianguis de El Baratillo que se instala todos los domingos en Guadalajara. 

Sobre esa mesa revuelve tres tapas, mismas que desliza de un lado a otro mientras reta a los visitantes para que se animen a adivinar dónde ha colocado “la bolita”: una pequeña pelota roja que, además, es el objeto con el que comete su fraude. 

A su alrededor se reúne un grupo numeroso de personas. La mayoría es cómplice de ese fraude. 

Son hombres y mujeres, quienes realmente actúan como paseantes y como participantes. Al menos son 15, incluyendo a otros comerciantes instalados en los alrededores. 

Billetes de 500 pesos circulan de mano a mano entre la multitud. Son el “boleto” para participar, pues no hay apuestas con denominaciones menores.   

Es domingo por la mañana. Son las 11:00 horas del 12 de enero y tres hombres participan en uno de los “sorteos”, pero sólo uno de ellos es la víctima; los otros son cómplices que lo animan a apostar. Él accede y entrega 500 pesos. Gana. Participa de nuevo y vuelve a ganar. Todo es parte del plan.  

A partir del tercer juego, el dinero se va de sus manos y no regresa. Ha dejado de adivinar en dónde quedó la bolita. 

En sólo tres minutos, el estafador despoja a su víctima de dos mil pesos. Derrotada, ahora sólo quiere huir, pero de nuevo es animada a quedarse. El truco funciona y entrega otro billete de 500 pesos, mismo que vuelve a apostar. De nuevo se equivoca y, ya con lágrimas de frustración, rompe la barrera que los cómplices montaron a su alrededor. 

En un puesto cercano y con el mismo “giro”, otro participante está a punto de caer. “Dale más despacio”, exige el joven al estafador sin despegar su mirada de las tapas y sin darse cuenta de que un grupo de personas a su alrededor lo está vigilando. 

Pese a que prácticas de este tipo están prohibidas por los tres niveles de Gobierno, los estafadores de El Baratillo han operado durante años.

En marzo de 2015, este medio publicó las estafas que se realizaban en ese espacio con el “juego de la bolita”. La Policía de Guadalajara acudió y, durante un tiempo, impidió que estas prácticas se desarrollaran. Pero los estafadores regresaron y la administración en curso, reconoció el vocero de la Policía, Jorge Montiel, ha centrado sus esfuerzos en evitar otro tipo de comercio.  

Según el funcionario, si bien existe un operativo de seguridad por parte de la corporación municipal en el que es conocido como el tianguis más grande de Latinoamérica, éste se realiza porque persiste el tráfico de animales exóticos.  

Por estas prácticas, informó, se han detenido y puesto a disposición de la Fiscalía estatal sólo a dos personas del 30 de septiembre de 2018 a la fecha. Admitió que no hay un solo arresto que esté relacionado con el “juego de la bolita”.

Eluden a las autoridades cambiando de sitio 

El principal obstáculo que enfrenta la Policía de Guadalajara para evitar que operen los grupos de estafadores es que éstos suelen cambiar de sitio cuando detectan a la autoridad, de acuerdo con el vocero de la Comisaría tapatía, Eduardo Montiel.  

Explicó que, aunque tienen detectados a los responsables del fraude, no hay manera de detenerlos porque, en primer lugar, existen vigías que los alertan cuando los elementos de la Policía se acercan, lo que les da tiempo suficiente para recoger las mesas de juego. 

Así, es poco usual que los hallen en flagrancia y, por lo mismo, no hay pruebas de la comisión del delito. “El presidente municipal, Ismael del Toro, dio instrucción de que todos los tianguis fueran vigilados por la Policía, poniendo especial atención en El Baratillo por toda la mercancía que allí se exhibe y se vende, y por la extensión que representa. Al momento no hemos detenido a esas personas que se dedican a los juegos de azar. Entre los mismos comerciantes ‘se dan el pitazo’ y escapan”, aseguró el vocero. 

Dijo que los ciudadanos también pueden ayudar a evitar estafas como esas, ya sea informando a los policías directamente o a través del 911.

Prohibido por todos los niveles de Gobierno

El “juego de la bolita” y otras prácticas de azar en la vía pública están prohibidos por los tres niveles de Gobierno. Los municipios no los contemplan como un tipo de negocio sin los permisos otorgados por la Dirección General de Juegos y Sorteos —a cargo de la Secretaría de Gobernación—, por lo cual éstos pueden ser clausurados (en caso de encontrarse en espacios cerrados) o retirados.  

A nivel estatal, el “juego de la bolita” incurre en el delito de fraude, que se comete cuando, aprovechándose de algún engaño, una persona se apropia ilícitamente de una cosa o beneficio para sí mismo u otros. O en este caso, cuando lo hace por sorteos, rifas, loterías o juegos. Las penas por este delito van de los dos meses a los 10 años de prisión, según el monto del fraude.   

En el ámbito federal, las penas por este delito van de los tres días a los 12 años de prisión, más el pago de multas por hasta 120 veces el salario mínimo, por lo que también es un delito perseguido por la Fiscalía General de la República (FGR). 

Y no sólo eso. Prácticas como estas también pueden ser consideradas asociación delictuosa, cuya pena es de uno a cuatro años de prisión en el Estado, mientras que a nivel federal son entre cinco y 10 años, además de 100 a 300 días de multa. 

JL

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