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Lisboa literaria

Un recorrido por la capital portuguesa a partir de las letras

Hay ciudades que transpiran literatura. Las historias de sus escritores están arraigadas en los cafés, bares, los callejones que conducen de un lugar a otro y que nos proponen perdernos para conocer mejor las entrañas de la urbe. Una ciudad con este perfil es Lisboa, la capital de Portugal, país cuya cultura brillará en la próxima Feria Internacional de Libro en Guadalajara como invitado de honor.

Pessoa

Café A Brasileira. En este recinto es posible tomar una bebida con Pessoa.

Literalmente, “pessoa” en portugués significa “persona”. Como nombre, su significado no podría ser más metafórico para un escritor como Fernando Pessoa, acaso uno de los mayores poetas del siglo XX. Era tanta su creatividad que para plasmarla tuvo que “inventar” a otros escritores, otras personas, sus heterónimos: autores inexistentes pero con una biografía y una obra propia. Su personalidad esquiva hizo que Octavio Paz lo llamara “el desconocido de sí mismo”, pero para fortuna de los turistas, Pessoa se encuentra fácilmente en Lisboa.

Allende de los múltiples recuerdos turísticos en las tiendas, el rostro del poeta con su característico sombrero vive incluso en los grafitis de Portugal, donde no es raro encontrarse con sus versos. Eso sí, hay tres sitios que son parada obligada para los amantes de la poesía de Fernando. El primero es más público, al estar en el exterior del café Café A Brasileira, uno de los más clásicos de Lisboa. Como homenaje, allí encontramos una escultura de Pessoa, que nos invita a su mesa (fue cliente frecuente). Lo mejor es tomar otra de las mesas y no demorarse en la de Fernando, pues a veces hay fila para retratarse a su lado.

Otro sitio en el que era habitual ver a Pessoa en Lisboa es Martinho da Arcada, de acceso menos abierto, ya que para entrar a su “mesa” hay que consumir en el restaurante. Como homenaje, la mesa en que Pessoa escribía está “reservada”. Allí se cuenta que bebió café con otras personalidades de la cultura portuguesa, como el artista plástico Almada Negreiros, del cual se inaugurará una exposición en el Instituto Cultural Cabañas en noviembre.

Por último, el tercer lugar es para pagarle el tributo merecido: su tumba en el Monasterio de los Jerónimos de Belém. Allí se leen los versos de Álvaro de Campos, uno de sus heterónimos: “La única conclusión es morir”.

Pausa culinaria

Ya que estamos por la zona, a tan sólo unos pasos del monasterio donde descansa Pessoa, se ubica un clásico de la sobremesa portuguesa: los famosos “pastéis de Belem”. Un postre con una tradición centenaria, cuya receta se desconoce. Se trata de una pasta ligeramente crujiente que en su interior guarda una dulce crema (hecha con huevo y leche). Sobre ellos se suele espolvorear azúcar y canela, cada mordida vale la pena tras la larga espera. De allí podemos irnos caminando a la Torre de Belem, icono de la zona.

Saramago

Aunque vivió sus últimos días en Lanzarote, España, José Saramago tiene su corazón en Lisboa. Prueba de ello es la fundación que lleva su nombre y que tiene sus puertas abiertas al público. Lectores del Nobel portugués deben hacer una parada obligada en su edificio, que para los no lectores también guarda historias.

La Fundación José Saramago se encuentra en el barrio de Alfama, en una casa del siglo XVI llamada Casa dos Bicos (por los “picos” en su arquitectura). Al interior hay una permanente exposición con objetos personales de Saramago: cuadernos de notas, sus credenciales de bibliotecas públicas, sus agendas con listas de citas profesionales y libros leídos, entre otras cosas.

Para Pilar del Río, viuda y traductora de Saramago, estos vestigios de su vida son una muestra del trabajo y disciplina que necesitó para concretar su estilo propio, que leemos en sus famosas novelas y por las que fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura. Con multimedia escuchamos las palabras de Saramago, en entrevistas y discursos como el de aceptación del Nobel.

Sin duda, el objeto más llamativo de la exposición es la medalla del premio. En los muros de ésta también se observan ediciones en los múltiples idiomas a los que se ha traducido a José. Para quienes deseen llevarse un souvenir, la fundación cuenta con su tienda-librería. En la explanada al exterior del lugar hay un árbol, debajo de él se hallan las cenizas del escritor.

La librería más antigua

Livraría Bertrand es la librería más antigua del mundo, data de 1732.

Si la variedad de la tienda en la Fundación Saramago nos dejó con ganas de más, Lisboa presume albergar la librería más antigua del mundo, la famosa Livraria Bertrand. Allí podremos adquirir los libros de Saramago, Pessoa y de los autores contemporáneos, algunos de los que vendrán para la próxima edición de la FIL (Nuno Júdice, Lídia Jorge, José Luís Peixoto, António Lobo Antunes, entre tantos otros). La antigüedad del establecimiento está autentificada por los Record Guinness: data de 1732.

Fado

Parreirinha de Alfama. Una de las más antiguas y conocidas casas de fado.

Hay varios lugares ideales para deambular por Lisboa: el barrio Alto, el barrio de Alfama, el de Chiado… Uno de los más antiguos y típicos de la capital es el de Alfama, donde el folclor portugués aflora. El fado es un referente mundial de la cultura portuguesa. Patrimonio de la ciudad de Lisboa, de donde es originario, el fado fue reconocido hace siete años como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, según la Unesco. Desde el siglo XIX, este canto de saudade (a veces también con humor) está presente en las calles portuguesas, en sus bares y restaurantes, como una tradición viva.

Un lugar recomendable para escuchar los típicos fados es Parreirinha de Alfama. El espectáculo tiene un formato clásico, como nació el género: con la guitarra portuguesa como solista y la guitarra española en el acompañamiento. Para entonar las canciones suele haber varios solistas, que alternan los sets entre la entrada, la cena y el postre.

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