Jalisco
Puente Grande, rebasado; nuevo Reclusorio, subutilizado
En el Metropolitano hay sólo 90 reclusos y tiene capacidad para mil 700
El Reclusorio Metropolitano tiene capacidad para mil 700 personas, pero actualmente sólo hay 90 recluidas. Sin embargo, la sobrepoblación en el núcleo de Puente Grande ocasiona que el cupo esté rebasado en tres cuartas partes, afirmó la fiscal de Reinserción Social, Maricela Gómez Cobos.
La diputada Gabriela Andalón, presidenta de la comisión legislativa del ramo, afirmó que enviará un exhorto al Poder Ejecutivo para que acelere el paso en la creación de 200 plazas que ya aprobó el Congreso del Estado con la intención de dar espacios al personal de seguridad que pueda hacer completamente operativo el Reclusorio Metropolitano.
Visita para el presupuesto
Diputados visitaron el núcleo penitenciario de Puente Grande para revisar el área de cocinas con el fin de incluir las necesidades en los próximos presupuestos, “con etiquetas específicas”, señaló Andalón.
En esta ocasión, se confirmó que la intoxicación de 450 reos por salmonelosis en mayo pasado se debió a un descuido al momento de preparar alimentos, posiblemente fue el cilantro mal lavado.
Miguel Ángel Hernández Cuellar, coordinador de alimentos de todos los reclusorios, afirmó que una vez que se dio el hecho pidieron a la empresa proveedora La Cosmopolitana S.A. de C.V. hacer una revisión exhaustiva de los alimentos que lleva a los penales estatales. Consultados aparte, los encargados de las bodegas de cada cocina dijeron que se han apretado los controles de verificación. “Hay ocasiones en que regresamos producto que nos traen caducado”.
Cada día, 21 mil porciones
En el Reclusorio Preventivo se cocinan 21 mil porciones de comida todos los días. La supervisión de la producción recae en Moisés de la O Peña, un recluso con siete años de trabajo que no ha recibido sentencia por el delito de homicidio. Gana 220 pesos semanales que envía a su familia, mientras él coordina un ejército de 45 reos que son pagados con nómina, más 110 internos que trabajan como voluntarios.
La cocina de este centro penitenciario es donde se cocinó el ceviche de soya que dejó en la enfermería a más de 450 personas. Ahora existen 15 millones de pesos que se tienen etiquetados para remodelar el área porque actualmente los reclusos lavan sus ollas en el piso y tiene más de 30 años que no se invierte en remodelación.
HISTORIAS
La esperanza de un recluso
Moisés de la O Piña, Jesús Huerta Flores y Hugo Rodríguez Ávila tienen dos cosas en común: están en Puente Grande, presos por el delito de homicidio; y son los administradores de alguna de las cocinas de los centros penitenciarios que ahí se alojan. Como todos los presos, su libertad está condicionada al designio de un juez. Pero una vez que han purgado su pena, se imaginan afuera y comienzan una nueva pesadilla: encontrar un empleo.
Aquí no estamos para juzgar si fueron culpables o no. En el Reclusorio corre el dicho de que nadie es culpable, ni siquiera cuando lo encuentran con las manos en la masa. Pero lo que es cierto es que muchos están aquí porque no tienen dinero con lo que se paga la justicia: usan abogados de oficio que no siempre cuidan los procesos.
Moisés, el administrador
Por ejemplo Moisés. Es el encargado de administrar un equipo de 155 personas que todos los días cocinan alimentos para 21 mil personas, la mitad de la gente que cabe en el Estadio de Chivas. Los horarios de los turnos comienzan a las tres de la mañana y concluyen 14 horas después. Moisés tiene siete años esperando su sentencia y no sabe cuándo tendrá certidumbre jurídica.
Jesús, repostero emprendedor
Jesús tiene dos años como pastelero en uno de los talleres. Usó los servicios del abogado de oficio y tampoco sabe cuándo saldrá. Este repostero emprendedor ha logrado vender de 200 a 300 pasteles por semana desde dentro del penal, gracias a que su familia logra acomodar entre vecinos, tiendas y clientes que gustan de la combinación de calidad y precio.
Hugo, con reconocimiento H
Por su parte, Hugo es el encargado de la cocina del Centro de Rehabilitación Social y está por dejar el espacio. Si todo sale bien, en enero será un hombre libre después de 16 años en prisión. Su hija era una pequeña de seis años la última vez que la vio, y ahora con 23 ya es casi una chef, como él.
Hugo tiene en su palmarés el reconocimiento como el administrador de cocina que logró que la cocina de un centro penitenciario tenga el reconocimiento H, un galardón que se otorga a cadenas restauranteras y hoteleras cuyas cocinas acreditan ser limpias y responsables en la elaboración de alimentos.
Sin carta de antecedentes
Los tres se autoemplean dentro del penal y lo tendrán que hacer afuera. Forjan un oficio porque saben que conseguir un empleo sin la carta de no antecedentes penales es casi como conseguir hielo en Egipto. Y ahí nace su esperanza: tener un empleo para no volver a purgar una pena que les quite su libertad.
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