Jalisco

La vida en Los Silos no es como lo prometido

Hay dos mil casas vendidas, de un total de tres mil, pero ninguna parecida a lo proyectado por el desarrollador

TLAJOMULCO DE ZÚÑIGA, JALISCO (11/SEP/2012).- Si la vida fuera como en los render de los fraccionamientos, Los Silos, ubicado en Tlajomulco de Zúñiga, no tendría enormes torres de la Comisión Federal de Electricidad ni casas deterioradas por el abandono y sí palmeras en los camellones. La realidad no se parece a las imágenes de los prototipos y menos en el desarrollo de la firma Arcor, ahí las calles parecen el escenario de una película de ciencia ficción, donde todo está abandonado y sólo hay un sobreviviente.

En los render Los Silos era un proyecto de ensueño, hoy es la tierra de nadie en cuanto a definir quién es el responsable de proporcionar los servicios básicos como el agua potable, ya que el inmobiliario no ha entregado el fraccionamiento al Ayuntamiento de Tlajomulco de Zúñiga, sin embargo, hay dos mil casas vendidas, de un total de tres mil, porque las familias ha decidido que esas viviendas de 15 metros de largo y cinco de ancho son la mejor opción para construir su hogar como para Julio César Silva Franco, quien dice que es de los primeros que llegó al fraccionamiento y vive en la manzana 30. Ahora, este joven de 25 años es un mototaxista. Su jornada empieza a las cuatro de la mañana y concluye a las 23:00 horas, en total realiza 50 vueltas, número que también lo pone en peligro.

“Ya me han asaltado en la motito. Hace poquito como un mes asaltaron a uno y lo amarraron, se llevaron la moto y el dinero”, expresa Julio César, quien dice que las quejas en Los Silos son muchas, primero la falta de agua potable, dos, el alumbrado público, tres, la seguridad y cuatro, el mantenimiento a las calles y a las casas no habitadas, donde las hierbas crecen tanto que tapan las ventanas.  

Las casas, cuyo precio va de 235 mil pesos a 268 mil, no tienen tinaco ni cisterna, por lo que hay que comprar uno o construir una, o llenar tinas y cubetas. Además, dice, Julio César no todas las calles tiene alumbrado público y las calles ya están descuidadas, relata que él y su compañero, Simitrio, taparon con escombro un bache en la calle para evitar que se dañe su mototaxi.

Julio César vivía antes en la colonia Las Juntas y desde cuatro años llegó a Los Silos,  desde entonces la mototaxi se convirtió en su instrumento, tal vez el ruido de su vehículo ha hecho que a este joven se le olvide el constante “zum”, “zum”, “zum”. Ese ruido, que proviene de los cables de las torres de la CFE.  

Por todos los problemas, “ahorita ya se anda yendo mucha gente”, dice Julio César, quien le ayuda a Simitrio a lavar una mototaxi verde. El 50% de las casas están habitadas, estima Simitrio, quien vive en Los Silos, donde además cuida una finca que le dejó una familia.

Ha habido muchas quejas, pero no se hace nada, cuenta Simitrio, el conductor de la motocicleta verde, quien cobra cinco pesos por viaje a cada usuario y puede transportar hasta a cuatro personas.

Julio César dice que desconoce los compromisos establecidos por el desarrollador en el contrato, pero “lo voy a revisar”, promete.

A fuera de la escuela primaria y secundaria, dentro de Los Silos, la señora María de Jesús Rojas vende frituras y dulces desde hace un año. Ella tampoco recuerda lo que dice el contrato, pero sí los problemas que a diario enfrenta como la falta de agua potable y “la luz, hay unas calles que no están alumbradas”.

“La Policía es raro que se nos pare por acá, hace poquito asaltaron a unos señores ya grandes de una tienda. A él, lo golpearon porque se querían llevar su camioneta, pero la seguridad, no”, relata la residente de la manzana seis, quien cuenta que llegó a Los Silos hace cinco años, entonces “teníamos que salir caminando hasta la carretera –Chapala-”.

María de Jesús explica que cuando compró le prometieron muchas cosas, “ya hemos hecho muchas cosas –para denunciar.”, pero las cosas no cambian ni se transforman como en los render de Los Silos, sin embargo, se alegra porque “tenemos como dos semanas que no nos ha fallado –el agua-. En la mañana llega, a las siete de la mañana, y la quitan a las 11:00 horas, y en la tarde, una hora o media hora -de servicio-”.

EL INFORMADOR / MAYRA TORRES
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