Jalisco

La pornofilia

Enfermedad que crece sin que hagamos algo para frenar esta perturbación de la vida sexual

Cada día aumentan más los adictos a la pornografía, una enfermedad que crece sin que realmente hagamos algo para frenar esta perturbación de la vida sexual.

Ciertamente ha cooperado la proliferación de páginas expuestas en internet para que se incremente este vicio. Es una oferta que no tiene ni control ni censura por parte de las mismas autoridades. Simplemente el que quiera verlas, que lo haga. No hay ni edad requerida ni vigilancia que limite el acceso a los menores.

Parece que la única solución es que sean los padres de familia los que deben poner toda su capacidad e ingenio para descubrir, si sus hijos son consumidores de estas provocativas y seductoras páginas y ponerles el remedio oportuno para que no prolifere la afección a semejante libertinaje.

Estamos tan entretenidos cuidando la salud en los temas de las adicciones, es decir en evitar que las drogas lleguen a nuestros hijos, como en la obesidad y la deschatarrización (si me permiten esta expresión), que hemos descuidado la mente de las personas en el consumo de tanta basura sexual.

Ponemos demasiado énfasis en perseguir a los delincuentes que llenan de drogas ilegales las calles y los entornos de las escuelas, que no hemos puesto nuestro interés y empeño por reducir la seducción que se encuentra dentro de nuestros hogares, por medio de una simple y llana computadora.

Ponerles sistemas de censura electrónicos puede ayudar; pero el ingenio y los recursos tecnológicos logran que de plano la pornografía llegue a tu pantalla sin ni siquiera solicitarla, exhortando una curiosidad que es muy difícil de rechazar.

Lo peor del caso es que se convierte en una grave adicción, tan difícil de vencer como las otras. Y no tenemos ni la información ni los métodos para combatirla adecuadamente, que no sea prohibirla autoritariamente para que de plano no se pueda ver.

Además, es evidente que la realizan y operan personas de pocos o nulos escrúpulos morales, que más bien gustan lucrar con esta debilidad humana y de plano la han llevado a formar parte de las actividades predilectas del crimen organizado, como también son los juegos y las apuestas.

Urge que hagamos una campaña para concientizar de la gravedad de la pornografía y sus efectos nocivos en la mente humana, especialmente por las distorsiones que producen en la sexualidad y su visión correcta de ella. Como el sadomasoquismo, el fetichismo, la pedofilia, la zoofilia, orgías, bacanales y una enorme lista de barbaridades y primitivismos que se pueden hacer con la sexualidad humana para denigrarla en vez de exaltar su elegancia y virtud.

Si estamos tan preocupados por las drogas, la obesidad, el alcoholismo y las diversas epidemias, debemos poner atención muy oportuna al tema de la proliferación, producción, difusión y consumo de la pornografía.

Al menos aquí comenzamos por alertar a los padres de familia y lectores, que este tema es de suma importancia e inaplazable afrontarlo con inteligencia, ¡pero ya!
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