Jalisco

La muerte y otro par de alarifes

Dos de trabajadores murieron; el tercero, aunque está grave, logró sobrevivir

Nadie pensaría que el ser constructor de algún recinto, donde principalmente habitarían familias, tendría fatales y coincidentes consecuencias.

El actuar de la combinación entre la pala, cajón, y cuchara llegaría a su fin, por lo menos, en esta ocasión, para dos trabajadores de la construcción, quienes en un solo hecho perdieron la vida juntos.

Tan sólo con unos minutos de diferencia el par de alarifes se convirtió en la nueva adquisición de la mujer de velo negro. La muerte.

Minutos después de las 11 de la mañana, un viernes negro, los trabajadores de la construcción nunca pensaron que ese día sería su última batida de mezcla.

Alfonso Maldonado de la Cruz, de 25 años, y Alejandro Ocot Zendejas, de 22, junto con Abraham Anaya, de 22
años, se disponían a subir por un andamio colgante a diferentes niveles de un edificio, el cual , en un futuro albergará a miles de personas ya que se dice será un hotel.

Todo iba bien. Iniciaron la escalada desde el primer piso y así continuaron; llegaron al cinco, después al seis y así sucesivamente hasta que llegaron al catorceavo, el cual fue testigo de algo inesperado.

Se escuchó el retorcer y crujir de unos de los cables que sostenían dicho andamio. Después se escuchó el otro y, de ahí solamente recuerdan que paso una estela de aire por sus rostros y ya no supieron más.

Dos de ellos murieron; el tercero, aunque está grave, logró sobrevivir.

Es Abraham Anaya, quien aún está con vida.

Alejandro y Alfonso jamás pensaron que ambos tendrían que continuar trabajando juntos hasta la eternidad.

El tratar de colocar algunos accesorios al edificio fue el último “jale” que pudieron hacer.

Pese a los grandes esfuerzos que paramédicos realizaron para arrebatárselos de  los brazos de la dama de negro, no se pudo. Ambos murieron en el lugar.

El tercer alarife se salió con la suya, retó a la muerte y logró zafársele de los brazos para no ser llevado al lugar de la oscuridad.

Y aunque trabajadores de la obra no daban crédito a lo sucedido, ahora tendrán que acostumbrarse a continuar la obra sin la ayuda de ellos tres.

Alfonso Maldonado de la Cruz y Alejandro Ocot Zendejas eran personas muy responsables en su trabajo, según platicaban sus propios compañeros.

En esta ocasión la muerte no logró hacerse de otra buena jugada en su manita de “Poker”, tal y como ocurrió en marzo pasado cuando en circunstancias muy extrañas fueron asesinados de una manera violenta tres albañiles.

Y es que, con tan sólo con unas horas de diferencia, aquella vez, la tercia de alarifes se convirtió en una de tantas adquisiciones de la mujer de velo negro.

Los cuerpos de aquellos tres trabajadores de la construcción fueron encontrados en los municipios de Zapopan, Tlajomulco de Zúñiga y El Salto.

Las características principales de los crímenes fueron las heridas producidas por proyectiles de armas de fuego. Cada uno tenía un balazo en la cabeza.

En ese mes, la “huesuda” logró su cometido y tal vez su mejor jugada hasta ese momento, ya que durante una semana jugó con sus mejores cartas y después de varias manos se hizo de una tercia de alarifes, esperando que así hubiera logrado la mayor puntuación y ganarle la jugada… ¿a quién? Probablemente al destino.

Sin embargo, en esta ocasión únicamente pudo llevarse a dos trabajadores de la construcción. Y aunque ella esperaba poder formar otra tercia, lo único que pudo apañarse fue solamente un par. Un par de alarifes.
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