Jalisco

—“El (o la) mejor...”

El fin de semana hubo dos notas, por demás disímbolas entre sí, que tuvieron al machismo como común denominador

Entre los liderazgos que México, a nivel regional, está en condiciones de reivindicar, destaca uno del que habría que discutir si honra al país... o si, por el contrario, lo desprestigia. Se trata de uno de los rasgos —¿o habría que decir “atavismos”?— más característicos de la idiosincrasia nacional: el machismo.

—II—

El fin de semana hubo dos notas, por demás disímbolas entre sí, que tuvieron al machismo como común denominador. Una, a nivel local, fue la denominada “Primera Marcha Lésbica”; en ella, medio millar de personas —hombres y mujeres— se pronunciaron, en lo esencial, en pro de la homologación, en Jalisco, de las leyes que en otras entidades han despenalizado el aborto, y de la aplicación de políticas públicas que frenen los feminicidios y la violencia (impune) contra las mujeres. La otra, a nivel nacional, fue una invitación del Presidente Felipe Calderón, dirigida explícitamente a los panistas e implícitamente a los militantes de todos los partidos políticos, que incorporó una sutileza semántica imperceptible para los más: fue el llamado a buscar “al mejor candidato (¡ojo...!) o candidata” para la elección de la que saldrá el próximo Presidente de la República.

La preocupación de hombres y mujeres por la impropiamente llamada “violencia de género” —debería llamarse, sin más, machismo, porque se reduce, vía de regla, a la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres— es absolutamente válida. El machismo, para decirlo con todas sus letras, es una aberración... En el otro aspecto, es notable que mientras Estados Unidos ya tuvo, para sus elecciones más recientes, a dos mujeres (Hillary Clinton y Sarah Palin) como finalistas entre los candidatos de sus dos partidos, casi todos los países latinoamericanos —desde Costa Rica y Nicaragua hasta Chile, Argentina y Brasil— han tenido no sólo candidatas sino, incluso, presidentas.

En efecto: signo de los tiempos; síntoma inequívoco de que “el mejor hombre” que tradicionalmente se buscaba —con escasa fortuna en muchas ocasiones, por desgracia— para orientar los destinos de una nación hacia mejores condiciones de educación, salud, seguridad y empleo para sus habitantes, perfectamente podía ser —por paradójico que parezca— una mujer.

—III—

En México, curiosamente, las dos o tres mujeres que han llegado a ser, formalmente, aspirantes a la Presidencia de la República, han sido postuladas por los eufemísticamente llamados partidos “chicos”.

(O sea que han sido, en realidad, más “candidotas” que candidatas propiamente dichas).

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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