Jalisco
Dos trasplantes de médula ósea salvan la vida de ‘Freddy’
Diagnosticado con un síndrome mielodisplásico, el niño necesitó de una una transfusión especializada. La donante, su hermana
cáncer de rápido crecimiento. “Lo asociamos con la muerte”.
No obstante, la familia escuchó del trasplante de médula ósea como una alternativa y se pusieron en manos de los doctores.
“Freddy” necesitaba un donador con urgencia. Y Cristina, su hermana menor, ni se inmutó cuando le preguntaron si estaba dispuesta. “Si es para que se alivie, que me piquen”.
Comenzaron las citas médicas y la fecha del trasplante. El 6 de julio de 2012, “Freddy” y Cristina entraron al hospital. Ella regresó a su hogar el día siguiente. Él, tres meses después. “Es una transfusión híperespecializada (…) No es una cirugía abierta, se pica un hueso y se sacan de cinco en cinco mililitros. En este caso fueron como 85 punciones”, recuerda Óscar González, jefe de la Unidad de trasplantes de progenitores hematopoyéticos del Hospital Civil, quien autorizó que el niño regresara a su hogar después del procedimiento, pero regresó en poco tiempo: las células malignas no fueron exterminadas totalmente.
Cristina accedió de nuevo y el 4 de diciembre la familia volvió al hospital. Los doctores extrajeron las células y separaron las que el pequeño necesitaba. El nuevo diagnóstico fue exitoso. “Freddy” permaneció hospitalizado hasta mediados de enero; sus padres celebraron la Navidad hasta que él regresó a su hogar.
Hoy ya está recuperado. Es un ejemplo de cómo se salvan vidas con la capacitación médica y el uso de la tecnología en hospitales públicos como los Civiles y el IMSS, o los privados como San Javier.
GUADALAJARA, JALISCO (20/ENE/2016).- La primera vez que Cinthia Villanueva escuchó que su hijo Alfredo (“Freddy”) padecía un “síndrome mielodisplásico”, trastabilló. Le explicaron que esa rara enfermedad causaba la muerte acelerada de las células de la médula ósea de su pequeño de cinco años. Era la razón por la que había cambiado su tono de piel y por la que tampoco deseaba jugar como cualquier niño. Se le dijo que había altas posibilidades de que se detonara en un
No obstante, la familia escuchó del trasplante de médula ósea como una alternativa y se pusieron en manos de los doctores.
“Freddy” necesitaba un donador con urgencia. Y Cristina, su hermana menor, ni se inmutó cuando le preguntaron si estaba dispuesta. “Si es para que se alivie, que me piquen”.
Comenzaron las citas médicas y la fecha del trasplante. El 6 de julio de 2012, “Freddy” y Cristina entraron al hospital. Ella regresó a su hogar el día siguiente. Él, tres meses después. “Es una transfusión híperespecializada (…) No es una cirugía abierta, se pica un hueso y se sacan de cinco en cinco mililitros. En este caso fueron como 85 punciones”, recuerda Óscar González, jefe de la Unidad de trasplantes de progenitores hematopoyéticos del Hospital Civil, quien autorizó que el niño regresara a su hogar después del procedimiento, pero regresó en poco tiempo: las células malignas no fueron exterminadas totalmente.
Cristina accedió de nuevo y el 4 de diciembre la familia volvió al hospital. Los doctores extrajeron las células y separaron las que el pequeño necesitaba. El nuevo diagnóstico fue exitoso. “Freddy” permaneció hospitalizado hasta mediados de enero; sus padres celebraron la Navidad hasta que él regresó a su hogar.
Hoy ya está recuperado. Es un ejemplo de cómo se salvan vidas con la capacitación médica y el uso de la tecnología en hospitales públicos como los Civiles y el IMSS, o los privados como San Javier.
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